Una empresa de robótica saudí revisa las medidas de seguridad después de que su robot, Muhammad, generara polémica
En un incidente que ha captado la atención internacional y abierto un nuevo debate en torno a la inteligencia artificial y sus límites, un robot humanoide totalmente autónomo, apodado Mohammad, ha sido protagonista de una acción sumamente criticada luego de un incidente donde realizó tocamientos indebidos a una reportera durante un festival de tecnología en Riad, Arabia Saudí.
Business Insider reportó que, durante el evento DeepFest, dedicado a la innovación en inteligencia artificial, el robot, creado por la compañía saudí QSS, realizó un gesto inapropiado hacia la periodista Rawya Kassem, gesto que no tardó en viralizarse en redes sociales, generando un amplio espectro de reacciones y críticas hacia el comportamiento de la máquina.
Este incidente no solo destacó las posibles acciones de la inteligencia artificial, sino que también plantea interrogantes serias sobre la ética y seguridad en la interacción humano-robot.
Mohammad, descrito como “el primer robot saudí en forma de hombre” y vestido con atuendo tradicional del país, ha sido citado como un proyecto nacional destinado a subrayar los logros del país en el campo de la IA, capaz de comunicarse tanto en árabe como en inglés.
Según Metro UK, este robot fue diseñado para “realizar tareas en condiciones peligrosas y ayudar a mejorar la seguridad humana”, lo que indica su papel potencialmente beneficioso en el entorno laboral y más allá. Sin embargo, el incidente con Kassem arrojó cuestionamientos sobre las intenciones de la máquina, llevando a un escrutinio público sobre cómo se programan y se controlan estas tecnologías avanzadas en situaciones del mundo real.
La reacción de Kassem al gesto del robot fue de visible sorpresa, seguida de un gesto con la mano, indicándole que se detuviera, antes de continuar con su presentación, una secuencia de eventos que quedó inmortalizada en video y compartida ampliamente en internet.
QSS respondió a las críticas asegurando que Mohammad opera “independientemente sin control humano directo”, y que después de revisar las imágenes y las circunstancias del incidente, no encontraron “desviaciones del comportamiento esperado” en el robot. Sin embargo, la compañía también aseguró que tomaría “medidas adicionales” para prevenir que alguien se acerque al robot dentro de sus áreas de movimiento, según informó Metro UK.
Estas declaraciones han hecho poco para aplacar las preocupaciones del público y expertos en ética de la inteligencia artificial, quienes cuestionan la responsabilidad de los creadores de robots en incidentes como este. Las opiniones en redes sociales han sido variadas, con algunos usuarios acusando al robot de ser “programado para ser un acosador” y otros defendiendo que Mohammad intentaba simplemente darle la mano a Kassem después de que ella pronunciara su nombre.
Este debate refleja la creciente necesidad de considerar cuidadosamente cómo se configuran las interacciones entre humanos y robots, especialmente a medida que estas tecnologías se vuelven más integradas en la vida cotidiana.
Además de resaltar los desafíos éticos y de seguridad, este incidente también subraya el progreso significativo en la industria de la robótica, un campo que, según MarketsandMarkets, podría valer hasta USD 13,8 mil millones para el año 2028.
Aunque queda un largo camino por recorrer antes de que los robots humanoides se vuelvan una presencia común en el lugar de trabajo y la sociedad en general, el DeepFest y la presentación de Mohammad ofrecen una ventana intrigante al futuro de la tecnología y la inteligencia artificial.
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El ranking de multimillonarios de Forbes para julio de 2025 refleja el impacto directo del auge de la inteligencia artificial y la volatilidad de los mercados financieros. Las diez mayores fortunas del planeta suman más de 2 billones de dólares, y nueve de ellas pertenecen a ciudadanos estadounidenses.
Elon Musk se mantiene como el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada en USD 406.500 millones, a pesar de haber perdido USD 16.000 millones en junio debido a la caída del 8% en las acciones de Tesla. Le siguen:
2. Larry Ellison (Oracle) – USD 262.200 millones
Subió al segundo lugar tras un alza del 32% en las acciones de Oracle y su participación en el ambicioso Proyecto Stargate de infraestructura para IA.
3. Mark Zuckerberg (Meta) – USD 254.600 millones
Ganó USD 31.000 millones en junio gracias a nuevas inversiones en inteligencia artificial y la compra del 49% de Scale AI.
4 Jeff Bezos (Amazon) – USD 233.400 millones
Su fortuna creció USD 13.000 millones impulsada por el buen rendimiento de AWS y Prime Video.
5 Larry Page (Alphabet) – USD 145.900 millones
Se mantiene estable gracias al crecimiento de Google en IA generativa.
6. Warren Buffett (Berkshire Hathaway) – USD 145.600 millones
Perdió USD 12.000 millones, en parte por una donación de USD 6.000 millones a fundaciones benéficas.
7. Steve Ballmer (Microsoft, LA Clippers) – USD 141.200 millones
Beneficiado por el auge tecnológico y la valorización de su equipo de la NBA.
8. Sergey Brin (Alphabet) – USD 139.500 millones
Reapareció como figura clave en el desarrollo del chatbot Gemini AI.
9. Bernard Arnault (LVMH) – USD 138.400 millones
El único europeo del top 10, afectado por la caída de ventas en Asia y EE.UU.
10. Jensen Huang (Nvidia) – USD 137.600 millones
Regresó al top 10 tras un aumento del 17% en las acciones de Nvidia, impulsado por la demanda de chips para IA.
Este ranking refleja cómo la inteligencia artificial y la tecnología siguen redefiniendo el poder económico global.
Taiwán ha intensificado su estrategia de defensa desarrollando una flota nacional de drones, inspirada en las tácticas empleadas por Ucrania frente a Rusia.
El gobierno taiwanés considera esta tecnología una industria estratégica clave para disuadir una posible invasión por parte de China, y planea aumentar su producción anual de drones civiles a 180.000 unidades para 2028, frente a las 10.000 actuales.
El objetivo es contar con drones de distintos tamaños y funciones: desde modelos de reconocimiento hasta dispositivos de ataque rápido y defensa costera. En caso de conflicto, las fábricas podrían reconvertirse rápidamente para producir drones militares, incluso bajo un bloqueo aéreo o marítimo. Esta estrategia busca crear un “infierno de drones” que complique cualquier intento de desembarco chino.
Sin embargo, Taiwán enfrenta desafíos importantes: su industria aún carece de la experiencia y escala necesarias para competir con la producción masiva de China. Aun así, el gobierno ya ha comprometido la compra de 47.000 drones adicionales y está invirtiendo en modelos equipados con inteligencia artificial, capaces de operar en enjambres y realizar ataques de precisión.
Este enfoque refleja una nueva doctrina defensiva basada en la guerra asimétrica, donde la tecnología y la geografía juegan un papel crucial para frenar a un adversario más poderoso.