La semana pasada, una enorme pitón birmana cuando atravesaba Main Park Road, la principal carretera del Parque Nacional de los Everglades, en Homestead, se convirtió en viral.
Las extraordinarias imágenes captaron la atención de muchos entusiastas de las aventuras al aire libre, entre ellos expertos en serpientes que aportaron nuevas opiniones sobre la identidad del reptil.
El incidente quedó captado en cámara por Kymberly Strempack Clark, quien desde entonces ha compartido las imágenes en su página de Instagram, @kym_clark. En el video, se puede ver a la gigantesca serpiente cuando cruzaba el asfalto mientras el GPS de Clark le decía “Continúe por la ruta”.
“Nunca antes había visto una serpiente tan grande suelta, sobre todo una pitón” le dijo Clark a Newsweek. Clark y sus dos amigas, Lu Behrens y Tippy Prescott, dijeron que la pitón estaba acostada en la carretera cuando ellas se le acercaban en el auto. “Al principio, no sabíamos qué era, hasta que nos dimos cuenta que se trataba de una pitón birmana, porque se movía muy despacio”, le dijo Behrens a Newsweek. “Cuando detuvimos el auto, la pitón dio una vuelta y se empezó a alejar de nosotras, deslizándose hacia un yerbazal”.
Behrens midió la pitón con la ayuda de una aplicación de teléfono inteligente, que calculó tenía unos 15.2 pies. Sin embargo, el cazador de serpientes Luis Garbayo cree que en realidad era más grande. “Medí la carretera y tenía 21 pies”, le dijo Garbayo a Newsweek. “La serpiente estaba doblada a la mitad y en un ángulo, con torceduras y curvas. Si hubiese estado perfectamente estirada, casi seguro podía llegar a la línea blanca. Desde el medio de la carretera hasta la línea blanca hay 10.5 pies”.
Según estos cálculos, Garbayo estima que la serpiente posiblemente media entre 8.5 y nueve pies de largo cuando estaba doblada a la mitad, y tendría unos 18 pies cuando se estiró. Es imposible de verificar esta afirmación, pero Prescott le dijo a Newsweek que, cuando se estiró, la serpiente era demasiado grande como para caber en un solo cuadro: “Con mis lentes de 150-300mm, no pude fotografiarla entera”. El descomunal tamaño de la pitón sugiere que se trataba de una hembra, ya que los machos por lo general solo crecen unos 14 pies. Prescott dijo también que un experto en serpientes les dijo que la hembra que vieron estaba “cargada de huevos”, basándose en el tamaño de la cabeza, con relación al resto del cuerpo, y la forma accidentada del cuerpo.
Las pitones birmanas tienden a aparearse entre diciembre y abril. Las hembras gestan sus huevos durante 60 a 90 días y luego los desovan a finales de la primavera. La Universidad de la Florida (UF) estima que las hembras por lo general ponen unos 36 huevos en una sola nidada, pero en junio del 2022 se encontró una hembra de 18 pies que tenía 122. Las pitones birmanas, oriundas del sudeste de Asia, son una de las especies de serpientes más grandes del mundo. Si bien la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, las considera vulnerables de extinción en su hábitat original, en la Florida están catalogadas como una especie invasiva y como una seria amenaza a la fauna de la región. Las poblaciones asentadas de las pitones birmanas, que se cree eran mascotas que escaparon o fueron soltadas por sus dueños, se reportaron por primera vez en la Florida en el 2000. Las pitones tienen pocos depredadores debido a su monumental tamaño y se ha podido comprobar que sus presas son las especies oriundas de la región, entre ellas algunas que podrían estar en peligro de extinción y compiten con ellas por la comida. Las autoridades recomiendan que si usted se tropieza con alguna, llame cuanto antes a la Línea de Emergencia de Especies Exóticas de la Comisión de Pesca y Conservación de la Vida Silvestre de la Florida (FWC) al teléfono 888-Ive-Got1 (483-4681). Behrens dijo que en cuanto la pitón desapareció, ella y sus amigas llamaron a la WFC y le enviaron un correo electrónico donde señalaban en el mapa la localización de la serpiente.
Enfoque Now es una plataforma digital dedicada a conectar e informar a la comunidad latina acerca de los acontecimientos que suceden a nivel local e internacional.
El papa canonizó por primera vez a dos beatos de Venezuela: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles
La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población
La mañana del domingo en la plaza de San Pedro dejó una estampa diferente a la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y emocionada, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sobre todo, una jornada de celebración venezolana, marcada por la canonización de dos figuras profundamente queridas: José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.
En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión tanto para los que se congregaron en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.
Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula de canonización para inscribir en el libro de los santos los nombres de Hernández y Rendiles, la ovación cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles siguieron la transmisión en directo, muchos con imágenes de papeles y estampas del doctor-santo y otros encendiendo velas frente a altares improvisados. El júbilo no distinguía entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, distendiendo —al menos durante unas horas— la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.
A la celebración acudieron cerca de 55.000 peregrinos, según informaron las autoridades locales. De ellos, miles ondeaban con orgullo el tricolor venezolano, y camisetas y gorras con el rostro de José Gregorio Hernández y la imagen de Carmen Rendiles resaltaban entre las delegaciones internacionales.
Entre los asistentes, un testimonio fue recogido por la prensa local: José Ramón Malave Contreras, venezolano que reside en Roma. “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque según la creencia, yo iba a nacer muerto, así que mi mamá me puso su nombre por haberme salvado la vida. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.
La jornada en el Vaticano no fue exclusiva de los venezolanos. En esa misma ceremonia, el papa León XIV sumó a otros cinco santos: el arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan, mártir armenio asesinado durante el genocidio de inicios del siglo XX; Peter To Rot, laico de Papúa Nueva Guinea ejecutado en 1945; las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti; y el laico italiano Bartolo Longo. Pero la devoción popular venezolana marcó la jornada con un fervor y colorido raramente presentes en Roma.
La humanidad se encuentra en un momento sin precedentes. Los planes de visitar la Luna, establecer estaciones espaciales permanentes e incluso arribar a Marte en la próxima década, ya no pertenecen al reino de la ciencia ficción.
Sin embargo, junto con estas ambiciones extraordinarias surgen riesgos desconocidos y complejos para la salud humana, siendo el sistema inmunitario uno de los más vulnerables.
Para comprender mejor estos efectos, un equipo internacional liderado por el doctor Daniel Winer, del Buck Institute for Research on Aging, en colaboración con la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras universidades, ha desarrollado un marco científico integral denominado astroinmunología.
Esta subdisciplina analiza cómo los factores estresantes del espacio alteran la fisiología inmunitaria y explora estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.
“El futuro de la humanidad implicará vivir en el espacio exterior o en mundos distantes para algunas personas. El objetivo principal de establecer esta subespecialidad emergente de la astroinmunología es desarrollar contramedidas para proteger la salud de quienes exploran la vida fuera de la Tierra”, señaló Winer.
El trabajo publicado en Nature Reviews Immunology no se limita a describir los problemas observados durante las misiones espaciales, sino que ofrece una comprensión mecanicista de cómo la microgravedad, la radiación cósmica, los cambios en los patrones de sueño y los factores de estrés fisiológico afectan la función inmunitaria.
Estos estudios aprovechan análisis multiómicos modernos, que incluyen perfiles transcriptómicos, proteómicos y metabolómicos, para delinear los mecanismos celulares y moleculares que explican la disminución de la eficacia del sistema inmunitario en el espacio.
Uno de los hallazgos más críticos es el impacto de la microgravedad en las células inmunitarias. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, los linfocitos T y las células NK presentan una proliferación, diferenciación y capacidad de respuesta reducidas. La desorganización del citoesqueleto altera la señalización y la comunicación intercelular, mientras que la disfunción mitocondrial incrementa la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO), que dañan células y tejidos.