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De Johan Cruyff a Maradona y Messi: los duelos entre Argentina y Países Bajos

La Albiceleste y la Naranja se enfrentaron cinco veces desde Alemania 1974 por Copas del Mundo, más cuatro amistosos.

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Cruyff Maradona Messi

Un viejo adversario, ahora con nueva denominación. Hasta aquí, Argentina siempre que lo enfrentó fue bajo su nombre anterior: Holanda. Y a partir de allí surgen los recuerdos de un historial compuesto de 9 partidos, con la particularidad de que han sido más en Copas del Mundo (5), que en amistosos (4). Quizás por eso es un rival que está adherido a sentimientos que se reviven con emoción.

La clasificación a Alemania ‘74 trajo la alegría del regreso de Argentina a los Mundiales, luego de 8 años de ausencia, pero con la incertidumbre por una inmensa desorganización a nivel de dirigentes. A comienzos de aquel año la Selección disputó varios amistosos por el interior de país, sin lograr un nivel aceptable. En el mes de mayo, en la recta final rumbo al campeonato del mundo, se realizó una gira por Europa que dejó la sonrisa de un triunfo ante Francia en París por 1-0, la satisfacción de un 2-2 frente a Inglaterra en Wembley y el dolor de la estrepitosa caída en el cierre, con una dura goleada ante Holanda por 4-1 en Ámsterdam. Ese fue el primer capítulo de esta historia, que dejó dos cosas en el recuerdo. La primera fue la inmensa superioridad de un rival que estaba en la cumbre de su rendimiento y la segunda, una frase pronunciada por uno de los integrantes del cuerpo técnico argentino: “Mejor que jugamos con ellos ahora. Ya sabemos como se mueven. Ojalá nos los encontremos en el Mundial…”

Y su deseo se hizo realidad exactamente un mes más tarde, el 26 de junio en la ciudad de Gelsenkirchen. El choque era por la primera fecha de la segunda fase de grupos, a la que Holanda había accedido con holgura, con excelentes actuaciones, al tiempo que Argentina lo había hecho en forma agónica, venciendo a la modestia de Haití y gracias a la victoria de Polonia sobre Italia. Todos los compatriotas presentes en ese partido, futbolistas y periodistas, coinciden en que pocas veces una selección nacional se vio tan superada dentro de un campo de juego. El 4-0 final fue mentiroso, porque la diferencia fue abrumadora. Johan Cruyff, autor de dos tantos, mostró su infinita calidad, a la que se agregó la categoría del líbero Krol, los desbordes de Rep y Rensenbrink y un equipo que parecía una máquina aceitada, pero pletórica de talento. Refrendaron con hechos sus dos seudónimos: La Naranja mecánica y El Fútbol Total. Tanta fue la demostración, que el periodista de la revista El Gráfico, Osvaldo Ardizzone, le dijo a su colega Enrique Macaya Márquez: “Estamos en problemas. Vamos a tener que inventar palabras nuevas, porque con las que sabemos hasta ahora no alcanza para describir esto”. Ese fue el último cotejo de Roberto Perfumo con la camiseta celeste y blanca.

Cruyff Maradona Messi

Como indiscutida potencia en el fútbol, Argentina soñó durante décadas con poder organizar un campeonato mundial. Y el viejo anhelo se concretó en 1978. Con la dirección técnica de César Luis Menotti, el equipo llegó a la final alternando buenas actuaciones y dudas en el funcionamiento. En el histórico domingo 25 de junio enfrentó a Holanda, que mantenía la esencia de aquella orquesta que había sido en el ‘74, pero le faltaba Johan Cruyff, el principal intérprete. Los dos goles de Kempes y el de Bertoni le permitieron la vuelta olímpica en un partido lleno de curiosidades. Uno de los hermanos Van der Kerkhof ingresó al campo de juego con un fuerte vendaje en su mano derecha, que se asemejaba a un yeso, lo que provocó una gran discusión, aunque finalmente actuó así. Apenas terminado el partido, Omar Larrosa salió corriendo e intentó quedarse con el balón, pero el árbitro italiano se interpuso y se lo llevó. Un año más tarde, cuando Argentina viajó a Italia para disputar un amistoso, el propio Sergio Gonella se la entregó a Julio Grondona, recientemente elegido presidente de AFA. Precisamente en el edificio de la Asociación del Fútbol Argentino, descansa esa reliquia en una vitrina. Los 90 minutos terminaron 1-1 y en el alargue llegaron los goles de la gloria, pero: ¿qué pasaba si concluía igualado? No estaba estipulada la definición por penales, sino un partido desempate, el martes 27 a las tres de la tarde en el mismo estadio. Mario Kempes terminó con su camiseta ensangrentada y desde la utilería, por el apuro, no le pudieron dar otra con su número 10 para subir al palco a recibir el trofeo. Lo hizo con una de las que pertenecían a Jorge Olguín y por eso en la foto de ese momento inolvidable, donde se ve a los futbolistas de espaldas, se pueden apreciar dos números 15…

Para celebrar su 75 aniversario, el 22 de mayo de 1979, la FIFA organizó un partido amistoso en Berna. La idea fue reeditar la final de la más reciente Copa del Mundo, ocurrido menos de un año antes y allí se enfrentaron nuevamente argentinos y holandeses. Fue un cotejo trabado y disputado, que concluyó con un empate sin goles, por lo que se recurrió a la definición por penales. Fue una de las más extensas en la historia de la selección nacional, ya que se ejecutaron 20 remates. La figura fue Ubaldo Fillol, que contuvo los de René Van derKerkhof, Jan H. Peters y Jan W. Peters. Esa noche fue la primera presentación oficial de Diego Armando Maradona con la camiseta celeste y blanca en territorio europeo.

Pasaron casi 20 años para un nuevo enfrentamiento y volvió a darse en un Mundial. Fue el sábado 4 de julio de 1998 por los cuartos de final en el estadio Velodrome de Marsella. Era un choque de figuras de ambos lados, con estrellas que brillaban en las mejores ligas del mundo como Javier Zanetti, Diego Simeone, Juan Sebastián Verón, Ariel Ortega, Gabriel Batistuta, Patrick Kluivert, Dennis Bergkamp, Edgard Davids y los hermanos de Boer. Luego de los goles de Kluivert y el Piojo López en el primer tiempo, todo indicaba el camino al tiempo extra, hasta que dos situaciones, sobre el epílogo, inclinaron la balanza, tiñéndola de naranja: la expulsión de Ariel Ortega por agredir al arquero Van der Sar a los 87 y el golazo de Bergkamp, dos minutos más tarde. Fue una eliminación dura para Argentina y sobre todo para Daniel Passarella, que allí concluyó su ciclo de cuatro años como director técnico de la selección.

En el lugar del Kaiser asumió Marcelo Bielsa. Su tercer partido al frente de la selección, y primero en Europa, fue el 31 de marzo de 1999 ante Holanda en Ámsterdam. El encuentro, de muy buen nivel, a la altura de los futbolistas de ambos lados, finalizó 1-1 con goles de Edgar Davids al comienzo y Gabriel Batistuta sobre el final. En Argentina se produjo el debut oficial de Mauricio Pochettino, conformando la clásica línea de tres defensores, que era marca registrada del DT, junto a Roberto Ayala y Roberto Sensini. Quirn también hizo su presentación oficial fue Andrés Guglielminpierto, y vivió una situación particular: ingresó por Ariel Ortega en el entretiempo y luego fue reemplazado por Hernán Crespo a diez minutos del final. Y éste último también fue protagonista de un hecho especial, ya que esa fue una de las escasa ocasiones que compartió cancha con Bati, situación que Bielsa siempre prefirió evitar, y fue eje de grandes polémicas.

Luego del estruendoso fracaso de haber sido eliminado en la fase de grupos del Mundial 2002, Julio Grondona le renovó el contrato a Marcelo Bielsa, quien a comienzos de 2003 empezó a probar distintos futbolistas. En el mes de febrero realizó una gira con triunfos ante Honduras, México y Estados Unidos, más una derrota con Holanda por 1-0. A partir del allí, la selección se mantuvo 11 partidos sin perder, racha que se cortó con Brasil a mediados de 2004 por las eliminatorias. Aquel partido en Ámsterdam fue el anteúltimo de Marcelo Gallardo con la camiseta celeste y blanca (ingresó por Ariel Ortega) y Argentina contó con dos jugadores que actuaban en Barcelona y otros dos en Real Madrid, todos ellos con pasado en River Plate: Juan Pablo Sorín – Javier Saviola y Esteban Cambiasso – Santiago Solari, respectivamente.

El 21 de junio de 2006 volvieron a verse las caras en un Mundial. Fue por la fecha final de la fase de grupos, cuando ambos ya estaban clasificados para los octavos de final, tras haber vencido en sus dos presentaciones anteriores. José Pekerman decidió rotar al equipo y por ese motivo aquel es un encuentro trascedente, porque fue el primero donde Lionel Messi actuó como titular en una Copa del Mundo. Había debutado en la jornada anterior contra Serbia y Montenegro, marcando un gol. El resultado final fue 0-0 y Argentina conformó un excelente equipo. Desde mitad de cancha en adelante estuvieron Maximiliano Rodríguez, Javier Mascherano, Esteban Cambiasso, Juan Román Riquelme, Carlos Tevez y Messi.

La última edición de este duelo tiene similitudes con el actual, ya también fue en una instancia decisiva de una Copa del Mundo, disputado en un día 9 y feriado. Aquella vez fue en julio de 2014, por las semifinales del certamen disputado en Brasil y no por cercanas, dejan de ser emocionantes esas imágenes que se vivieron en la ciudad de San Pablo y que ya son parte del poster del fútbol argentino: El cierre imperial de Mascherano ante Robben, la frase que él mismo le pronunció minutos después a Sergio Romero y que el arquero hizo realidad, al convertirse en héroe deteniendo los penales de Vlaar y Sneijder para darle a Argentina un nuevo pasaporte a una final.

Ante la inminencia de un nuevo partido, el deseo es que en Qatar sobrevuelen los duendes del ‘78, aquellos que acompañaron a la selección a un festejo inolvidable.

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Luis Díaz: el jugador total que está redefiniendo el rol del extremo moderno

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En un mundo del fútbol saturado de talento, hay jugadores que destacan por sus números… y otros que marcan diferencia por su esencia. Luis Díaz, el colombiano que hoy viste la camiseta del Bayern Múnich, pertenece a esa rara élite: la de los jugadores únicos, capaces de cambiar el ritmo de un partido, el ánimo de un equipo y la atención de toda una liga.

Tras su paso inolvidable por Liverpool, donde brilló bajo la conducción de Jürgen Klopp, y luego adaptarse con profesionalismo al planteamiento de Arne Slot, Lucho ya comienza a dejar huella en Alemania. En solo dos partidos oficiales con el Bayern, ya conquistó los corazones de los hinchas, se ganó el respeto del vestuario y la confianza de un cuerpo técnico exigente encabezado por Vincent Kompany. Lo suyo no es marketing: es fútbol real.

Un jugador de élite, completo y adaptable

Luis Díaz no solo encara y desborda con naturalidad, sino que además asiste, presiona, marca y anota. Tiene una capacidad inusual para cumplir múltiples funciones dentro del sistema táctico de cualquier entrenador. No importa si lo ubican como extremo por izquierda, por derecha o incluso como falso nueve o interior, su nivel de respuesta es inmediato. Y no solo rinde… se adapta, se integra y eleva al equipo.

Es un jugador de ida y vuelta, que entiende el compromiso defensivo con el mismo rigor que su aporte ofensivo. Regresa, presiona, recupera. No se esconde. Y esa entrega, ese espíritu colectivo, lo convierte en un verdadero “obrero de élite”, algo que hoy vale oro en el fútbol moderno.

Más que talento, contagio

Lucho no solo juega, inspira. Su energía es contagiosa en los entrenamientos, en la banca, en el vestuario. Habla con el balón, pero también con su actitud. A donde llega, genera conexión y sinergia inmediata. Por eso, los técnicos confían en él. Por eso, sus compañeros lo siguen. Y por eso, las aficiones lo adoptan como suyo en tiempo récord.

 

Un fichaje que cambia el foco de Europa

La llegada de Luis Díaz al Bayern no solo fortalece al club bávaro: le da visibilidad mundial a la Bundesliga, una liga que ahora tendrá a millones de fanáticos latinos conectados cada fin de semana solo para ver lo que hace el colombiano.

Y aunque se habló mucho del monto del traspaso —unos 75 millones de euros—, la verdad es que, en términos de valor cualitativo, es una inversión brillante. Porque Díaz no se mide solo por estadísticas. Su valor está en lo intangible: lo que genera, lo que provoca, lo que transforma.

Luis Díaz es más que un extremo. Es un fenómeno competitivo, disciplinado, versátil y emocionalmente comprometido con cada escudo que defiende.

Personalmente sigo de cerca su viaje. Porque su historia, hecha de humildad, esfuerzo y magia, representa lo mejor de nuestra identidad latina: Sin duda el pelado tiene talento con propósito, sabe lo que quiere  y me alienta estar viendo eso . 

Luis Díaz no solo juega. Influye. Transforma. Brilla. Y eso… no tiene precio.

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Bogotá se prepara para levantar el estadio más moderno y cubierto de América Latina

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La capital de Colombia se alista para dar un salto histórico en infraestructura deportiva. Este miércoles, la Alcaldía Mayor de Bogotá y la firma Sencia confirmaron que el nuevo estadio metropolitano comenzará su construcción en marzo de 2027, y marcará un antes y un después en la región: será el estadio más moderno y cubierto de América Latina.

El nuevo escenario estará ubicado en la zona oriental del actual complejo El Campín, exactamente donde hoy se encuentra el club de tenis. Tendrá una capacidad inicial para 50.000 espectadores, tribunas más cercanas al campo de juego, diseño de última generación y una cubierta que lo hará ideal para todo tipo de eventos, no solo deportivos. La inversión total será de 500 millones de dólares.

A diferencia del plan original, que contemplaba la demolición gradual de El Campín a partir de octubre, las autoridades decidieron conservar el estadio actual durante todo el proceso. Esto permitirá mantener en funcionamiento el epicentro del fútbol capitalino, mientras se construye el nuevo ícono arquitectónico a su lado.

¿Bogotá le disputará la Selección a Barranquilla?

Durante la presentación del proyecto, el alcalde Carlos Fernando Galán no ocultó su aspiración: que Bogotá vuelva a ser sede oficial de la Selección Colombia.

En entrevista con Caracol Radio, Galán fue directo:

“Con una capacidad superior a 50 mil espectadores podemos aspirar a competir por ese tipo de eventos internacionales en Conmebol. Bogotá tiene todo: infraestructura, hoteles, gastronomía… Ser sede de las Eliminatorias es una aspiración legítima que vamos a trabajar”.

Sin embargo, Barranquilla sigue siendo un bastión difícil de reemplazar. Durante años ha sido considerada la casa de la Selección, no solo por razones logísticas o deportivas, sino por algo que no se puede medir: el calor humano y la alegría de su gente. Cuando juega la Selección, la ciudad literalmente se paraliza. La pasión desbordada, el ritmo caribeño y el entusiasmo colectivo convierten cada partido en una fiesta.

Además, el intenso calor de Barranquilla “derrite” a los jugadores visitantes, y ha sido, para muchos técnicos y jugadores, un aliado invisible pero efectivo en la cancha.

Por el contrario, Bogotá ofrece una ventaja fisiológica distinta: la altura. Con sus 2.640 metros (8.530 pies) sobre el nivel del mar, representa un verdadero reto físico para cualquier selección rival. Pero hay una percepción que pesa: si Barranquilla enciende el alma del fútbol colombiano, Bogotá a veces enfría el entusiasmo.

“El frío parece que no solo afecta al clima… sino que a veces también se contagia a la afición”, han comentado analistas en más de una ocasión.

Una batalla deportiva que trasciende la cancha

Aun así, el nuevo estadio de Bogotá promete cambiar la conversación. Con estándares internacionales, un diseño envolvente y mejor acústica, se espera que el público capitalino viva el fútbol con una intensidad renovada.La polémica continúa, especialmente desde que en 2024 el presidente de la Federación, Ramón Jesurún, menospreció el proyecto:

“¡45 mil personas el nuevo Campín! No pidan Selección de Colombia nunca”, declaró. Pero los nuevos diseños y la ambición del proyecto parecen rebatir esa crítica inicial.

Un proyecto de ciudad con visión global

Sencia presentará los diseños definitivos en octubre, y el nuevo estadio estará listo un año antes de lo inicialmente anunciado, gracias a que ya no depende de demoliciones previas. El tiempo estimado de ejecución será de 55 meses.

La ubicación también fue estratégica: se espera mejorar la movilidad sobre la avenida NQS, y se construirán 3.000 parqueaderos, entre subterráneos y de superficie. Además, se contempla una conexión directa al Movistar Arena, creando un gran corredor de entretenimiento para la capital.

El nuevo estadio no solo aspira a ser sede de la Selección Colombia, sino a convertirse en un referente para torneos internacionales como la Copa América, Copa Libertadores, Sudamericanos juveniles o incluso un Mundial Sub-20.

Bogotá se alista para dejar huella. Y con este proyecto, no solo se juega un partido local, sino uno de talla continental.

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