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Visa J para Estados Unidos: ¿se puede evitar el requisito de dos años fuera y permanecer en el país?

Las visas de intercambio cultural o de capacitación exigen, en muchos casos, que el beneficiario regrese a su lugar de origen.

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Visa J Estados Unidos

Una de las opciones para ir a vivir y trabajar temporalmente en Estados Unidos es un programa de intercambio cultural o de capacitación, que otorga adquirir una visa J-1. Estos planes permiten compartir experiencias culturales y profesionales: los ciudadanos estadounidenses pueden salir de los Estados Unidos para vivir en otro país, mientras que los ciudadanos de otros países pueden vivir en los Estados Unidos.

Los hay desde cuatro hasta 18 meses de duración, cada uno con diferentes requisitos. El solicitante recibe una visa J-1 mientras que la visa J-2 corresponde a cónyuges e hijos dependientes menores de 21 años. Con un beneficio importante: la visa J2 permite solicitar un permiso de trabajo. Es decir que también el cónyuge puede tener empleo, y los hijos, desde luego, escolaridad.

Los titulares de estas visas pueden permanecer en los Estados Unidos hasta el final del programa de intercambio, cuando deben cumplir con el requisito de vivir físicamente dos años en su país. Sin embargo, esto no tiene que ser así siempre, ya que en algunos casos existe la posibilidad legal de superar esta prohibición y permanecer.

Después de la visa J, una visa E o una visa O

Una de las maneras de hacerlo es cambiar el estatus temporal de permanencia en los Estados Unidos. La abogada de inmigración Natalia Fridman, de Fridman Immigration Law, explicó a Infobae: “Por ejemplo, es posible solicitar una visa E2, una visa O1 o una visa F1, entre otras. Lo que no se puede es permanecer de forma permanente, por ejemplo solicitando una Green Card o a alguna de las visas que permiten esa doble intención, como la H1B o la L1″.

Las visas de programas de intercambio son de estatus no inmigrante: por eso en algunos casos se requiere que el solicitante resida por dos años en su país. Sólo entonces podría cambiar a un estatus de residencia permanente u obtener una visa de doble intención. El requisito de dos años de residencia fuera de Estados Unidos depende de varios factores, entre ellos el campo de estudio y el país. También incide si el programa fue financiado por una agencia del gobierno estadounidense o del país del solicitante, o si el programa es para entrenamiento o educación médica.

Visa J Estados Unidos

Fridman también advirtió que, si optas por aplicar a una visa temporal y no regresar a tu país, el requerimiento sólo se posterga: en algún momento deberías cumplir con los dos años: “Este requerimiento se sigue acarreando hasta el final”. Si luego de residir en Estados Unidos por cinco años quieres solicitar la residencia permanente o una visa de doble intención, como la visa de trabajo o la de transferencia de ejecutivo, entonces sería necesario cumplir con el requisito.

Cómo pedir la exención definitiva

Es entonces, precisamente, cuando se abre la posibilidad de pedir una exención. “Si quieres solicitar una Green Card, sea por matrimonio o sea por trabajo, o una visa que tiende a tener una intención de permanencia fija, es necesario un waiver a los dos años de residencia en tu país”, dijo Fridman. Lo primero que debes hacer es acudir a la embajada de tu país en Washington y “obtener una carta de no objeción”. Luego el proceso continúa con diferentes formularios.

El primero es el DS-3035, para solicitar a la División de Revisión de Exenciones (WRD) del Departamento de Estado una recomendación de exención. Toda la documentación, incluyendo los cargos asociados, debe ser enviada por correo postal: no se acepta de manera electrónica.

Si deseas permanecer en los Estados Unidos más allá del término especificado en tu visa J-1 o J-2 y tienes la indicación de regreso por dos años a tu país, lo más importante es que busques la asesoría de un abogado especializado en temas de emigración, subrayó Fridman.

Con información de USCIS. Este artículo no constituye ni reemplaza la asesoría legal.

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El papa canonizó por primera vez a dos beatos de Venezuela: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles

La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población

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La mañana del domingo en la plaza de San Pedro dejó una estampa diferente a la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y emocionada, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sobre todo, una jornada de celebración venezolana, marcada por la canonización de dos figuras profundamente queridas: José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.

En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión tanto para los que se congregaron en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.

Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula de canonización para inscribir en el libro de los santos los nombres de Hernández y Rendiles, la ovación cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles siguieron la transmisión en directo, muchos con imágenes de papeles y estampas del doctor-santo y otros encendiendo velas frente a altares improvisados. El júbilo no distinguía entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, distendiendo —al menos durante unas horas— la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.

A la celebración acudieron cerca de 55.000 peregrinos, según informaron las autoridades locales. De ellos, miles ondeaban con orgullo el tricolor venezolano, y camisetas y gorras con el rostro de José Gregorio Hernández y la imagen de Carmen Rendiles resaltaban entre las delegaciones internacionales.

Entre los asistentes, un testimonio fue recogido por la prensa local: José Ramón Malave Contreras, venezolano que reside en Roma. “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque según la creencia, yo iba a nacer muerto, así que mi mamá me puso su nombre por haberme salvado la vida. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.

La jornada en el Vaticano no fue exclusiva de los venezolanos. En esa misma ceremonia, el papa León XIV sumó a otros cinco santos: el arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan, mártir armenio asesinado durante el genocidio de inicios del siglo XX; Peter To Rot, laico de Papúa Nueva Guinea ejecutado en 1945; las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti; y el laico italiano Bartolo Longo. Pero la devoción popular venezolana marcó la jornada con un fervor y colorido raramente presentes en Roma.

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Investigan si los viajes espaciales debilitan el sistema inmunitario humano: las estrategias de prevención

Científicos evalúan los riesgos y proponen acciones para preservar la salud de los astronautas. Qué dicen los nuevos estudios

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La humanidad se encuentra en un momento sin precedentes. Los planes de visitar la Luna, establecer estaciones espaciales permanentes e incluso arribar a Marte en la próxima década, ya no pertenecen al reino de la ciencia ficción.

Sin embargo, junto con estas ambiciones extraordinarias surgen riesgos desconocidos y complejos para la salud humana, siendo el sistema inmunitario uno de los más vulnerables.

Para comprender mejor estos efectos, un equipo internacional liderado por el doctor Daniel Winer, del Buck Institute for Research on Aging, en colaboración con la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras universidades, ha desarrollado un marco científico integral denominado astroinmunología.

Esta subdisciplina analiza cómo los factores estresantes del espacio alteran la fisiología inmunitaria y explora estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.

“El futuro de la humanidad implicará vivir en el espacio exterior o en mundos distantes para algunas personas. El objetivo principal de establecer esta subespecialidad emergente de la astroinmunología es desarrollar contramedidas para proteger la salud de quienes exploran la vida fuera de la Tierra”, señaló Winer.

El trabajo publicado en Nature Reviews Immunology no se limita a describir los problemas observados durante las misiones espaciales, sino que ofrece una comprensión mecanicista de cómo la microgravedad, la radiación cósmica, los cambios en los patrones de sueño y los factores de estrés fisiológico afectan la función inmunitaria.

Estos estudios aprovechan análisis multiómicos modernos, que incluyen perfiles transcriptómicos, proteómicos y metabolómicos, para delinear los mecanismos celulares y moleculares que explican la disminución de la eficacia del sistema inmunitario en el espacio.

Uno de los hallazgos más críticos es el impacto de la microgravedad en las células inmunitarias. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, los linfocitos T y las células NK presentan una proliferación, diferenciación y capacidad de respuesta reducidas. La desorganización del citoesqueleto altera la señalización y la comunicación intercelular, mientras que la disfunción mitocondrial incrementa la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO), que dañan células y tejidos.

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