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Qué visa se necesita para estudiar en EEUU

Para qué sirven la F1, la M1 y la J. Hay opciones para estudios universitarios, vocacionales (artísticos o técnicos) y de intercambio. Cuánto cuestan y cómo solicitarlas.

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Cursar parte de los estudios en el extranjero es una oportunidad para conocer nuevas perspectivas y aprender sobre la diversidad del mundo. Los Estados Unidos son uno de los destinos más elegidos por quienes hacen cursos de grado o posgrado universitarios y carreras terciarias, y admite a miles de estudiantes cada año. La gran mayoría de los jóvenes que van a estudiar a alguna de las más de 3.000 instituciones educativas del país provienen de Asia: en 2021 ingresaron 317.000 estudiantes de China y 168.000 de la India.

Pero también los latinoamericanos eligen el sistema educativo estadounidense, en el que se destacan universidades como Stanford, Harvard, California en Berkley y el Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT). Casi 13.000 mexicanos, 7.100 colombianos y 6.100 venezolanos eligieron estudiar en los Estados Unidos en 2021.

La mayoría de las visas de estudiante se destinan a personas que van a cursar a tiempo completo en una universidad, un instituto, un seminario, un conservatorio y cualquier otra institución de nivel superior académico, o en una escuela de enseñanza de idioma. Se trata de las visas F1 y según el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS) la pueden solicitar personas “inscriptas en un programa o curso de estudio que termina con un título de grado, un diploma o un certificado” que otorgue una escuela “autorizada por el gobierno estadounidense para aceptar estudiantes internacionales”.

Una versión muy específica de esta visa se denomina F3, y es para estudiantes que deban cruzar cotidianamente la frontera con México o Canadá: por ejemplo, alguien de Tijuana que estudie en San Diego. La F2 permite que cónyuges e hijos acompañen al portador de una F1.

Esta visa dura tanto como duren los estudios, es decir que admite prórrogas. Y una vez obtenido el diploma, la F1 permite que el graduado permanezca otros 60 días en los Estados Unidos.

Hay una segunda categoría de visas, para estudios vocacionales, que son programas no académicos, principalmente técnicos o artísticos, que no ofrecen un título de grado sino un certificado. Por ejemplo, música, arte, diseño, danza, informática, vuelo de aviones.

Se trata de la visa M1 y, como se otorga para cursos más cortos que las carreras universitarias, duran un año solamente. Permiten un máximo de dos prórrogas, es decir una estadía de tres años. También tiene, como la F, versiones 2 (cónyuge e hijos) y 3 (viaje cotidiano a través de las fronteras norte y sur).

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La última opción de visa es la J, que se reserva para los programas de intercambio educativo y cultural. Pueden solicitarla los estudiantes, con o sin patrocinador, que vayan a cursar artes y ciencias a tiempo completo como becarios de corto plazo, au pair, visitantes del gobierno.

Estos son los requisitos para solicitar las visas F1 o M1: estar inscripto en un curso académico o vocacional de educación, o en uno de aprendizaje de idioma, en una institución que esté aprobada por el Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (SEVIS); estar inscripto como estudiante de tiempo completo; hablar, escribir y comprender inglés, o ir a los Estados Unidos para realizar un curso de inglés; demostrar que se cuenta con los fondos suficientes para sostener el curso y la estadía; mantener un domicilio en el país de origen.

A los efectos de quedar inscripto en una carrera, es importante presentar solicitudes en varias universidades. No es una buena estrategia elegir una solamente, ya que existen numerosas razones ajenas a lo académico por las cuales un estudiante puede no ser aceptado.

El proceso de la visa comienza en el Consulado de los Estados Unidos que corresponda a la localidad de residencia. Luego de llenar en línea el formulario DS-160, el solicitante puede acudir a la representación diplomática con prueba de haberlo completado, prueba de fondos, pasaporte y el formulario I-20 (que emite la exclusivamente la universidad o centro de estudios aprobada por SEVIS). El oficial a cargo de la solicitud puede pedir cualquier otra documentación relevante, como el contrato de renta o carta de recomendación (traducida por un profesional certificado si está en castellano).

Para iniciar la solicitud hay que pagar USD 160. Hay otros costos, como la tarifa del SEVIS, que puede llegar a USD 350, y cualquier pago o tasa que requiera la institución educativa.

Una vez que el agente consular haya analizado los documentos, el solicitante tiene que acudir a una entrevista. Al cabo de ella se definirá si se aprueba o no su pedido.

Con respecto a los tiempos, se recomienda comenzar 12 meses antes de la fecha en la que se espera iniciar las clases. Las visas se pueden emitir hasta 120 días antes pero sólo permiten el ingreso a los Estados Unidos 30 días antes de empezar los cursos.

Algo muy importante: las visas F1 y M1 no autorizan el trabajo. Es decir que si alguien ingresa con una visa de estudiante a los Estados Unidos no podrá aceptar un empleo. Esto tiene matices: en el caso de la F1, durante el primera año académico los estudiantes no pueden trabajar fuera de la universidad, pero sí pueden aceptar empleo en la institución si se cumplen determinados requisitos. Luego del primer año, pueden trabajar fuera del campus en condiciones específicas.

Si el trabajo está relacionado con su formación, la persona puede solicitar la capacidad práctica opcional (OPT), que permite hasta 12 meses de autorización de empleo (antes o después de terminar los estudios) mediante un Documento de Autorización de Empleo (EAD). En el caso de talentos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática), el beneficio OPT se puede extener por 24 meses.

Por último, el poseedor de una F1 puede solicitar un EAD debido a situaciones especiales, como dificultades económicas. En el caso de la M1, el trabajo OPT sólo se puede comenzar luego de haber completado los cursos.

Este artículo es informativo, no constituye ni reemplaza la asesoría legal.

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México ha entregado a EEUU a 55 líderes de cárteles de droga en operaciones secretas durante el 2025

El operativo incluyó sigilo extremo, drones de vigilancia y sustitución de personal penitenciario. Las autoridades temían fugas, atentados y motines de último minuto

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En una de las operaciones conjuntas más ambiciosas entre México y EstadosUnidos, 55 líderes de cárteles mexicanos fueron entregados este año a la justicia estadounidense en dos misiones bajo estrictas medidas de seguridad. La acción, resultado de una presión diplomática ejercida principalmente por la administración de Donald Trump, representa un golpe a las estructuras criminales y un giro en la cooperación bilateral frente al tráfico de drogas.

De acuerdo con información publicada por The Wall Street Journal (WSJ), los reos trasladados representan las cúpulas de organizaciones como Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Zetas. Entre los extraditados figuran nombres emblemáticos como Rafael Caro Quintero, acusado del asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena en 1985 y prófugo de la justicia estadounidense por décadas.

Durante sus estancias en prisiones de México, estos reclusos contaban con redes de corrupción que les permitían acceso a armas, drogas, mujeres y dispositivostelefónicos. Según funcionarios estadounidenses y mexicanos, desde sus celdas coordinaban el envío de toneladas de heroína, fentanilo, cocaína y metanfetamina hacia Estados Unidos, además de ordenar homicidios y secuestros.

El proceso de extradición se mantuvo en completo sigilo ante el temor de fugas, motines y posibles atentados contra los propios capos, quienes representaban riesgos de filtración de información sensible. “Nunca en la historia de nuestra agencia hemos visto la remoción de este nivel de criminales desde México”, señaló Derek Maltz, exjefe interino de la Administración de Control de Drogas (DEA).

La transferencia de los líderes criminales requirió la movilización de 2.000 efectivos de fuerzas especiales mexicanas. “Fue una misión que no podía fallar. Cualquier filtración habría encendido alarmas y disparado la violencia”, aseguró un alto funcionario mexicano al WSJ.

El nivel de secreto fue tal que los propios detenidos desconocían su destino hasta pisar territorio estadounidense. “Welcome to America!”, exclamó Maltz al recibir al primer grupo de extraditados. Los raslados se ejecutaron en dos bloques: la primera hace nueve meses y la segunda en agosto. Los prisioneros desembarcaron en ciudades como Chicago, Phoenix, San Antonio, Nueva York y Washington D.C..

Entre los extraditados sobresalen los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño, antiguos jefes de Los Zetas, organización responsable de una oleada de violencia. Conforme a fuentes oficiales mexicanas, los Treviño controlaban desde prisión una red de más de 600 internos y han sido vinculados al asesinato de 18 custodios penitenciarios.

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Nicolás Maduro recurre a custodios cubanos y se esconde en múltiples lugares ante el temor de un ataque de Estados Unidos

El dictador chavista ha cambiado su rutina, teléfonos y lugares de descanso, y ha delegado responsabilidades clave de su protección en agentes de inteligencia de La Habana

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha reforzado de manera significativa su seguridad personal, incluyendo el cambio de lugar donde duerme, y ha recurrido a Cuba, su principal aliado, ante la creciente amenaza de una intervención militar estadounidense en el país.

Así lo confirman varias personas cercanas al gobierno venezolano. Describen un clima de tensión y preocupación dentro del entorno íntimo del mandatario, aunque aseguran que Maduro considera que mantiene el control y que podrá superar este desafío, el más grave en sus 12 años de gobierno.

Para protegerse de un posible ataque de precisión o de una incursión de fuerzas especiales, Maduro ha cambiado repetidamente de lugar para dormir y de teléfono celular, según dichas fuentes. Estas precauciones se intensificaron desde septiembre, cuando Estados Unidos empezó a acumular buques de guerra y a atacar embarcaciones que la administración de Trump afirma que traficaban drogas desde Venezuela.

Para reducir el riesgo de ser traicionado, Maduro también ha ampliado el papel de los guardaespaldas cubanos en su equipo de seguridad personal y ha incorporado más oficiales de contrainteligencia cubanos al ejército venezolano, indicó una de las fuentes.

Sin embargo, en público, Maduro ha intentado minimizar las amenazas de Washington, mostrándose relajado y despreocupado, haciéndose presente en actos públicos sin previo aviso, bailando y publicando videos propagandísticos en TikTok.

Las siete personas cercanas al gobierno entrevistadas para este artículo pidieron el anonimato por temor a represalias o porque no estaban autorizadas a hablar con la prensa. El Ministerio de Comunicación de Venezuela, responsable de las consultas de medios, no respondió a la solicitud de comentarios sobre el artículo.

La administración Trump ha acusado a Maduro de liderar un “cártel narcoterrorista” que inunda a Estados Unidos de drogas, una narrativa que, según muchos funcionarios actuales y anteriores en Washington, busca en última instancia un cambio de régimen. Sin embargo, Trump ha combinado esas amenazas con menciones a una posible solución diplomática. Él y Maduro conversaron por teléfono el mes pasado para discutir una posible reunión.

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