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Ciencia

Descubrieron más de 1.700 virus de hace más de 40.000 años congelados en un glaciar del Tíbet

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Investigadores hallaron una impresionante cantidad de microorganismos preservados en el hielo. “Es una cápsula del tiempo”, reveló el paleoclimatólogo y glaciólogo Lonnie Thompson

En las alturas imponentes del Himalaya, donde el aire es tan escaso como las opciones de transporte, un grupo de científicos se embarca en una misión que podría cambiar nuestra comprensión del pasado terrestre. A lomos de yaks, las únicas criaturas capaces de soportar el terreno inhóspito, transportan un tesoro congelado: segmentos de un núcleo de hielo extraído del glaciar Guliya en la meseta tibetana. Lo que contiene este hielo milenario va más allá de lo imaginable: 1.705 especies de virus, preservados durante 41.000 años, cuya existencia desconocíamos hasta ahora.

El descubrimiento de virus antiguos

Este notable hallazgo, publicado en la revista Nature Geoscience el 26 de agosto, ha revelado una cantidad sin precedentes de información viral. Los virus, atrapados en el hielo durante milenios, ofrecen una ventana única al pasado ecológico y climático de la Tierra.

Según el paleoclimatólogo y glaciólogo Lonnie Thompson, quien lideró la expedición, estos microorganismos han sido conservados en el glaciar como en una cápsula del tiempo, brindándonos la oportunidad de estudiar formas de vida que han permanecido inalteradas durante decenas de miles de años. Este descubrimiento no solo es un avance en la paleovirología, sino que también proporciona pistas cruciales para entender cómo las comunidades microbianas han respondido a los cambios climáticos a lo largo de la historia del planeta.

Un sorprendente descubrimiento en uno de los glaciares más antiguos del Tíbet revela la existencia de numerosos virus congelados, con posibles implicaciones para la ciencia y la salud global.

Este descubrimiento es fundamental porque abre una ventana sin precedentes al pasado climático y ecológico de la Tierra. Los virus encontrados, preservados en su estado original durante milenios, actúan como testigos silenciosos de épocas en las que el planeta enfrentaba condiciones ambientales muy distintas a las actuales.

El estudio de estos virus antiguos proporciona datos valiosos sobre cómo las comunidades microbianas, y en particular los virus, interactuaban con su entorno en diferentes periodos climáticos.

Matthew Sullivan, coautor principal del estudio y microbiólogo de la Universidad Estatal de Ohio, subrayó la importancia de estos datos para plantear nuevas preguntas sobre la evolución de la Tierra. Con esta información, los científicos pueden comenzar a reconstruir las historias ecológicas ocultas en otros glaciares del mundo, lo que podría tener implicaciones cruciales para nuestra comprensión del cambio climático y sus efectos en la biodiversidad microbiana.

Implicaciones ecológicas de los virus

Los virus descubiertos en el glaciar Guliya son mucho más que meras curiosidades del pasado; desempeñaron un papel crucial en los ecosistemas antiguos donde florecieron.

Los virus descubiertos en el glaciar Guliya son mucho más que meras curiosidades del pasado; desempeñaron un papel crucial en los ecosistemas antiguos donde florecieron. Estos microbios, que infectan principalmente a bacterias y arqueas, son fundamentales para entender cómo las comunidades microbianas han evolucionado y cómo influenciaron su entorno. A través de procesos como la presión de selección y la transferencia de genes mediada por virus, estos microorganismos dictaron la diversidad y la evolución de las especies en sus respectivos hábitats.

Según Matthew Sullivan, uno de los autores del estudio, los virus tienen la capacidad de moldear el metabolismo ecológico de un ecosistema, es decir, influyen en qué compuestos son absorbidos del medio ambiente y cuáles son producidos como subproductos, así como a qué velocidad ocurren estos procesos. Este impacto va más allá del simple hecho de causar enfermedades; los virus pueden alterar la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas, actuando como agentes de cambio que afectan a toda la red trófica desde su base.

En palabras de los investigadores, algunos de los virus encontrados en estos “archivos glaciares” podrían haber jugado roles ecológicos clave antes de quedar congelados en el tiempo, ofreciendo una visión única de las dinámicas ecológicas del pasado.

Cambios climáticos y comunidades virales

El análisis de los núcleos de hielo extraídos del glaciar Guliya ha revelado una estrecha relación entre los cambios climáticos y la composición de las comunidades virales a lo largo del tiempo.

Los científicos recuperaron ADN viral de nueve secciones diferentes del núcleo, cada una correspondiente a un periodo climático distinto, lo que permitió un estudio detallado de cómo las condiciones ambientales han moldeado la diversidad viral en el transcurso de miles de años.

Uno de los hallazgos más significativos del estudio es que la comunidad viral cambiaba notablemente en respuesta a las variaciones climáticas. Matthew Sullivan explica que durante los periodos fríos del pasado, los virus en el glaciar tendían a mostrar una composición similar, aunque no idéntica. Sin embargo, durante los periodos cálidos, como el que ocurrió hace unos 11.500 años durante la transición de la Última Etapa Glacial al Holoceno, la comunidad viral era mucho más diversa y distinta de las demás. Este hallazgo subraya cómo el clima no solo influye en los ecosistemas visibles, sino también en los microorganismos que forman la base de la cadena trófica.

Lonnie Thompson, coautor del estudio, agregó que la variabilidad en la composición viral observada en estas muestras es un reflejo directo de la magnitud de los cambios climáticos en esos periodos. Este vínculo entre el clima y los virus evidencia el poder transformador del ambiente sobre la vida microscópica y resalta la importancia de comprender cómo estos pequeños pero poderosos agentes han respondido históricamente a las fluctuaciones climáticas, información que podría ser vital para prever las respuestas de los ecosistemas actuales frente al cambio climático.

Preservación de información genética en glaciares

Los glaciares, con su capacidad única para almacenar y preservar datos genéticos y material biótico, se han convertido en depósitos cruciales de la historia climática y ecológica de la Tierra.

Los glaciares, con su capacidad única para almacenar y preservar datos genéticos y material biótico, se han convertido en depósitos cruciales de la historia climática y ecológica de la Tierra. Cada capa de hielo atrapada en un glaciar como el Guliya actúa como un archivo natural, conservando partículas de polvo, burbujas de aire, polen y, como se ha revelado recientemente, una rica diversidad de virus y otros microorganismos. Estos depósitos congelados guardan información sobre las condiciones ambientales y las formas de vida que existieron en el momento en que se formaron, brindando a los científicos una visión invaluable del pasado remoto.

Sin embargo, el rápido derretimiento de los glaciares a nivel mundial debido al cambio climático amenaza con destruir estos bancos de datos naturales antes de que podamos explorarlos completamente. A medida que el hielo se derrite, no solo perdemos agua dulce, sino también un tesoro de información genética que podría tener implicaciones significativas para nuestra comprensión de la evolución de la vida en la Tierra y su adaptación a condiciones extremas.

Lonnie Thompson y su equipo, conscientes de esta urgencia, se han embarcado en una carrera contra el tiempo para recolectar y analizar tantos núcleos de hielo como sea posible antes de que desaparezcan. La pérdida de esta diversidad viral, advierte Matthew Sullivan, podría privarnos de conocimientos cruciales sobre cómo los virus y otros microorganismos han respondido históricamente a los cambios climáticos, información que podría ser esencial para predecir el futuro de los ecosistemas en un mundo cada vez más cálido.

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Ciencia

Una inteligencia artificial reveló por qué más de 50.000 terremotos sacudieron italia entre 2022 y 2025

Un innovador análisis de datos sísmicos permitió descubrir estructuras subterráneas responsables de miles de sismos en el sur del país, y así resolver un misterio que la ciencia tradicional no había logrado descifrar

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El análisis de datos sísmicos mediante inteligencia artificial (IA) ha permitido identificar una red de fallas ocultas bajo el volcán Campi Flegrei, lo que explica la inusual secuencia de más de 54.000 terremotos registrados en el sur de Italia entre 2022 y 2025.

Este avance, liderado por especialistas de la Universidad de Stanford, ha resuelto un enigma que los métodos tradicionales no habían logrado descifrar, al revelar la existencia de un “anillo de fallas” responsable de la actividad sísmica en la región.

La investigación, publicada en la revista Science, demostró que los sistemas de monitoreo convencionales solo habían detectado cerca de 12.000 movimientos sísmicos en ese periodo.

Sin embargo, el modelo basado en aprendizaje automático multiplicó esa cifra por más de cuatro, lo que permitió a los científicos cartografiar con precisión el subsuelo del Campi Flegrei y descubrir las estructuras responsables de su inestabilidad actual.

De qué forma el estudio usó IA para analizar este fenómeno en el país europeo

El estudio identificó una correlación directa entre: los microseísmos y un sistema circular de fracturas situado bajo la localidad de Pozzuoli.

Según citó El Confidencial, William Ellsworth, profesor emérito de geofísica en Stanford y coautor del estudio, explicó que “por primera vez tenemos una visión clara de las estructuras que desencadenan esta actividad sísmica”.

El investigador añadió que los datos obtenidos confirman la posibilidad de que la zona experimente terremotos de magnitud 5, lo que podría tener un gran impacto en las áreas habitadas cercanas a Nápoles.

Qué otros datos reveló la inteligencia artificial sobre el territorio

El modelo de inteligencia artificial permitió detectar que el terreno de Pozzuoli continúa elevándose a un ritmo de diez centímetros al año, un fenómeno conocido como bradisismo.

Este ascenso progresivo, que ya se había observado en la década de 1980, coincide con el perímetro del anillo de fallas descubierto. Xing Tan, investigador principal del proyecto, destacó que “nuestros colegas italianos se sorprendieron al ver el anillo tan bien definido; hasta ahora solo tenían indicios fragmentados”.

A pesar de la magnitud del hallazgo, los científicos aclararon que los seísmos analizados son superficiales, porque se producen a menos de 4 kilómetros de profundidad, y no constituyen una señal de ascenso de magma hacia la superficie.

No obstante, advirtieron que un terremoto fuerte o poco profundo podría causar daños muy estructurales, sobre todo considerando que más de 360.000 personas residen dentro de la caldera del Campi Flegrei.

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Ciencia

Descubrieron en La Rioja uno de los dinosaurios más antiguos del mundo

Científicos del Conicet, el Museo Argentino de Ciencias Naturales y universidades públicas identificaron a la nueva especie que llamaron Huayracursor jaguensis. Combina características nunca vistas en ejemplares de hace más de 220 millones de años

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Un grupo de paleontólogos encontró uno de los dinosaurios más antiguos que ya mostraba el cuello largo y el cuerpo grande al mismo tiempo, algo nunca visto en ejemplares de hace más de 220 millones de años.

El hallazgo ocurrió en la provincia de La Rioja, Argentina, dentro de una región montañosa que antes no había sido explorada.

Se trata de una especie desconocida de dinosaurio herbívoro. Los investigadores que la describieron pertenecen al Centro Regional de Investigaciones Científicasy Transferencia Tecnológica de La Rioja (CRILAR) del Conicet, la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Nacional de La Rioja y el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) y la llamaron Huayracursor jaguensis.

“Huayra” significa viento en quechua, “cursor” quiere decir corredor en latín y “jaguensis” se refiere a Jagüé, la zona donde lo encontraron. Es decir, su nombre completo significa “corredor del viento de Jagüé”, una forma de rendir homenaje a su posible agilidad y a su tierra de origen.

La investigación fue publicada en la revista Nature. El equipo estuvo dirigido por Martín Hechenleitner y participaron Agustín Martinelli, Sebastián Rocher, Lucas Fiorelli, Malena Juarez, Jeremías Taborda y Julia Desojo.

Qué se sabía sobre los dinosaurios de cuello largo

Los dinosaurios de cuello largo existieron desde el periodo Triásico, hace aproximadamente 230 millones de años, y prosperaron durante el Jurásico y el Cretácico.

Este grupo sobrevivió por más de 140 millones de años, hasta la extinción masiva que ocurrió hace 66 millones de años. Durante ese largo tiempo, evolucionaron en distintas formas y tamaños, pero casi siempre mantuvieron el cuello largo como característica principal.

Los dinosaurios de cuello largo formaron parte del grupo de los sauropodomorfos. Presentaban cuerpos grandes, patas robustas y colas largas. La mayoría de esos animales fueron herbívoros.

En Brasil, los restos de la especie Bagualosaurus, había mostrado ciertas señales de transición, pero todavía no se conocía un caso tan temprano que combinara ambas características: mayor tamaño y cuello más extenso.

Ahora, el hallazgo del dinosaurio Huayracursor jaguensis en La Rioja aportó más luz.

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