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Niños de 12 años fueron usados como verdugos para masacrar a un pueblo y saquear su oro

El hecho ocurrió en Solha, al noreste del país. Allí, un grupo de yihadistas utilizó a los menores para que robaran y mataran a todo el poblado

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Las noches del 4 y 5 de junio de 2021 estuvieron manchadas de sangre en el pueblo de Solhan, al noreste de Burkina Faso. Habiendo dejado un número de muertos que oscila entre 170 y 200, aún no se sabe con exactitud quienes son los asesinos; pero se conoce un dato estremecedor: la gran mayoría de quienes participaron en la redada eran niños de entre 12 y 14 años. Acompañados por mujeres que conocían el pueblo y los guiaban en sus movimientos, según cuentan los testigos que sobrevivieron al hecho, los niños procedieron a matar a todo aquel que se cruzaba en su camino y, la noche siguiente, a robar todo lo que había y prender fuego la aldea.

Si bien no se conocen los motivos por los cuales se llevó a cabo semejante acto de violencia ni ninguno de los grupos yihadistas que actúan en la región se lo adjudicó –JNIM, el socio local de Al Qaeda, condenó el hecho mientras que ISIS los culpó-, todo parece indicar que el hecho está relacionado con el oro. Esta práctica se ha ido asentando en el último tiempo como la principal fuente de ingresos de estos grupos terroristas, que utilizan lo que llaman minas informales para explotar este metal precioso.

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Estas son sitios de producción a pequeña escala en los que utilizan principalmente el trabajo físico y una tecnología muy básica para lograr su extracción. Esta práctica se ha extendido tanto que el ministro de Energía y Minería Bachir Ismael Ouédraogo le brindó una nota al medio estadounidense CNN en el que dijo que el país se perdió de exportar alrededor de 20 toneladas de oro que se perdió en el mercado negro, lo que equivale a casi mil millones de dólares.

La masacre de junio comenzó la noche del día 4, cuando más de 100 yihadistas en motos y otros vehículos de poca cilindrada llegaron a las minas de Mousinga, un pequeño asentamiento al este de Solhan, y comenzaron a matar a quienes se encontraban allí descansando luego de trabajar la mina. Uno de los mineros que pudo sobrevivir al hecho habló con CNN bajo la condición de anonimato: “Tenían la cara oculta con pañuelos”, dijo y añadió: “Eran muchos en motos y empezaron a disparar. Empecé a correr por mi vida, durante 30 kilómetros, toda la noche, para ponerme a salvo”.

Los primeros tiros se escucharon a las 2 de la madrugada, según el relato de testigos, y estuvieron dirigidos a aquellos obreros que estaban durmiendo afuera de las minas. “La mayoría de ellos duermen fuera, en el sitio. No pueden dormir dentro, y tampoco van a casa. Normalmente sólo unos pocos entran en el pozo a última hora de la noche, y la mayoría sale por el calor”, dijo el mismo testigo. Esto le facilitó la tarea al grupo yihadista, ya que solo se encontró con gente durmiendo y no encontraron resistencia mientras los asesinaban a todos.

Aquellos que estaban dentro de las minas cuando todo ocurría siguieron dos caminos, algunos salieron corriendo para intentar salvarse y otros se quedaron escondidos hasta la mañana siguiente. Quienes optaron por la primera opción fueron asesinados, mientras que quienes se quedaron escondidos pudieron sobrevivir la noche.

Pero esto no era todo, una parte de la caravana yihadista se separó del resto del grupo y fue directo a la aldea. Allí también se produjeron asesinatos a mansalva y se secuestraron niños de todas las edades. Los testigos cuentan que dentro del grupo había muchas mujeres, y estas indicaban a los niños armados a entrar a una u otra casa y a matar a una u otra persona. Además, el activista por los Derechos Humanos de Burkina Faso Abdou Hoeffi dijo a CNN que las mujeres alentaban a los jóvenes como porristas: “¡Eres un buen tirador! ¡Tu puedes!”.

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Los atacantes se retiraron al amanecer y quienes habían logrado sobrevivir salieron a eso de las 5 de la mañana a ver los daños. Uno de los testigos, también en conversaciones con aquella cadena de noticias internacional declaró: “No podía contar el número de cadáveres que había en el arcén de la carretera. Fueras a donde fueras había cuerpos tirados”. Lo mismo había ocurrido en la mina, donde otro testigo pudo ver que todos estaban muertos: “Descubrimos que todos murieron en el pozo. Hice hasta ocho viajes con una moto taxi para llevar los cadáveres”.

Recién en ese momento llegó el ejército, cuando los cadáveres ya estaban fríos y los atacantes se habían retirado hacía ya varias horas. Aunque esto es lo usual según un minero que sobrevivió y los grupos terroristas cuentan con la lenta respuesta de las autoridades cuando planean sus ataques. “Esto es Burkina Faso. No hay una respuesta rápida. Si supieran que en 30 ó 40 minutos viniera el ejército, no atacarían. Pero se tomaron todo el tiempo”. Y cuando el ejército llegó no había nada que hacer más que enterrar a los cuerpos y eso fue lo que hicieron. Pero lo que parecía que había sido el fin de la pesadilla no era tal. Los atacantes no se habían retirado, sino que se habían escondido a pocos kilómetros y esperaron a que el ejército se retire y de nuevo cayera la noche.

La noche siguiente todo continuó. “Oí el sonido de sus motocicletas y dije: ‘Ah, están aquí de nuevo’”, dijo un testigo. “Volví a mi patio, apagué las luces de mi casa, cogí mi alfombra y mi manta”. Dijo que se fue a otro pueblo, viajando a pie con un grupo de niños, ancianos y mujeres embarazadas de Solhan. Pero esta vez el convoy tenía otro objetivo: robar todo lo que pudieran y no dejar nada de la aldea en pie. “Empezaron a quemar. Entraron en las casas”, dijo un sobreviviente, siempre en conversaciones con CNN, “En las tiendas, se llevaron ropa, bebidas y dinero, y los metieron en sus vehículos”.

Los videos de la zona muestran los restos carbonizados de los edificios y las casas. El hospital y sus habitaciones fueron quemados hasta el suelo, las viviendas fueron incineradas y estructuras enteras habían colapsado o solo quedaban en pie algunas puertas de metal. Incluso la maquinaria utilizada para la minería fue destruida. No había quedado nada.

Por parte del gobierno la respuesta fue débil. Aún no se han identificado a los responsables del hecho y se limitaron a culpar a los yihadistas, pero sin dar especificaciones de qué grupo pudo haber sido el autor material e intelectual. También echaron a algunos funcionarios de seguridad y decretaron tres días de duelo nacional por las víctimas del atentado, pero esto no calmó las protestas que se realizaron en la ciudad de Dori para reclamar por la falta de acción del gobierno y las fallas en la seguridad.

Este episodio de violencia, a pesar de su magnitud y cantidad de víctimas, es solo uno más de los tantos que ocurren todo el tiempo en la región de Sahel. Solo en Burkina Faso y Mali Nigeria, ambos pertenecientes también a la región de Sahel, los grupos extremistas islámicos han matado a más de 800 civiles en el 2021, según un informe de Human Rights Watch.

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México ha entregado a EEUU a 55 líderes de cárteles de droga en operaciones secretas durante el 2025

El operativo incluyó sigilo extremo, drones de vigilancia y sustitución de personal penitenciario. Las autoridades temían fugas, atentados y motines de último minuto

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En una de las operaciones conjuntas más ambiciosas entre México y EstadosUnidos, 55 líderes de cárteles mexicanos fueron entregados este año a la justicia estadounidense en dos misiones bajo estrictas medidas de seguridad. La acción, resultado de una presión diplomática ejercida principalmente por la administración de Donald Trump, representa un golpe a las estructuras criminales y un giro en la cooperación bilateral frente al tráfico de drogas.

De acuerdo con información publicada por The Wall Street Journal (WSJ), los reos trasladados representan las cúpulas de organizaciones como Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Zetas. Entre los extraditados figuran nombres emblemáticos como Rafael Caro Quintero, acusado del asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena en 1985 y prófugo de la justicia estadounidense por décadas.

Durante sus estancias en prisiones de México, estos reclusos contaban con redes de corrupción que les permitían acceso a armas, drogas, mujeres y dispositivostelefónicos. Según funcionarios estadounidenses y mexicanos, desde sus celdas coordinaban el envío de toneladas de heroína, fentanilo, cocaína y metanfetamina hacia Estados Unidos, además de ordenar homicidios y secuestros.

El proceso de extradición se mantuvo en completo sigilo ante el temor de fugas, motines y posibles atentados contra los propios capos, quienes representaban riesgos de filtración de información sensible. “Nunca en la historia de nuestra agencia hemos visto la remoción de este nivel de criminales desde México”, señaló Derek Maltz, exjefe interino de la Administración de Control de Drogas (DEA).

La transferencia de los líderes criminales requirió la movilización de 2.000 efectivos de fuerzas especiales mexicanas. “Fue una misión que no podía fallar. Cualquier filtración habría encendido alarmas y disparado la violencia”, aseguró un alto funcionario mexicano al WSJ.

El nivel de secreto fue tal que los propios detenidos desconocían su destino hasta pisar territorio estadounidense. “Welcome to America!”, exclamó Maltz al recibir al primer grupo de extraditados. Los raslados se ejecutaron en dos bloques: la primera hace nueve meses y la segunda en agosto. Los prisioneros desembarcaron en ciudades como Chicago, Phoenix, San Antonio, Nueva York y Washington D.C..

Entre los extraditados sobresalen los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño, antiguos jefes de Los Zetas, organización responsable de una oleada de violencia. Conforme a fuentes oficiales mexicanas, los Treviño controlaban desde prisión una red de más de 600 internos y han sido vinculados al asesinato de 18 custodios penitenciarios.

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Nicolás Maduro recurre a custodios cubanos y se esconde en múltiples lugares ante el temor de un ataque de Estados Unidos

El dictador chavista ha cambiado su rutina, teléfonos y lugares de descanso, y ha delegado responsabilidades clave de su protección en agentes de inteligencia de La Habana

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha reforzado de manera significativa su seguridad personal, incluyendo el cambio de lugar donde duerme, y ha recurrido a Cuba, su principal aliado, ante la creciente amenaza de una intervención militar estadounidense en el país.

Así lo confirman varias personas cercanas al gobierno venezolano. Describen un clima de tensión y preocupación dentro del entorno íntimo del mandatario, aunque aseguran que Maduro considera que mantiene el control y que podrá superar este desafío, el más grave en sus 12 años de gobierno.

Para protegerse de un posible ataque de precisión o de una incursión de fuerzas especiales, Maduro ha cambiado repetidamente de lugar para dormir y de teléfono celular, según dichas fuentes. Estas precauciones se intensificaron desde septiembre, cuando Estados Unidos empezó a acumular buques de guerra y a atacar embarcaciones que la administración de Trump afirma que traficaban drogas desde Venezuela.

Para reducir el riesgo de ser traicionado, Maduro también ha ampliado el papel de los guardaespaldas cubanos en su equipo de seguridad personal y ha incorporado más oficiales de contrainteligencia cubanos al ejército venezolano, indicó una de las fuentes.

Sin embargo, en público, Maduro ha intentado minimizar las amenazas de Washington, mostrándose relajado y despreocupado, haciéndose presente en actos públicos sin previo aviso, bailando y publicando videos propagandísticos en TikTok.

Las siete personas cercanas al gobierno entrevistadas para este artículo pidieron el anonimato por temor a represalias o porque no estaban autorizadas a hablar con la prensa. El Ministerio de Comunicación de Venezuela, responsable de las consultas de medios, no respondió a la solicitud de comentarios sobre el artículo.

La administración Trump ha acusado a Maduro de liderar un “cártel narcoterrorista” que inunda a Estados Unidos de drogas, una narrativa que, según muchos funcionarios actuales y anteriores en Washington, busca en última instancia un cambio de régimen. Sin embargo, Trump ha combinado esas amenazas con menciones a una posible solución diplomática. Él y Maduro conversaron por teléfono el mes pasado para discutir una posible reunión.

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