Entre las 18 especies reconocidas de pingüinos, ellos se distinguen por el penacho amarillo que adorna sus cabezas. Habitan en el extremo sur de Sudamérica, particularmente en las islas subantárticas de Chile y Argentina.

Cada año, las poblaciones de esa especie, que se conoce como pingüino de penacho amarillo austral, migran hacia aguas más frías y productivas del océano Antártico.
Ese desplazamiento está ligado a su ciclo de vida, ya que después de la temporada de cría, necesitan recuperar energía para poder llevar a cabo la muda de sus plumas.
Ahora, un equipo de investigadores científicos de la Argentina, Estados Unidos y Alemania descubrió que esas poblaciones de pingüinos no están bien protegidas en los momentos del año en que van por las rutas migratorias críticas. Lo publicaron en la revista Progress in Oceanography.
“El pingüino de penacho amarillo austral es una especie pequeña, que mide 50 centímetros de altura, y sirve de centinela para conocer cuál es la situación de otras especies del ecosistema en el que habita”, explicó la doctora en biología Andrea Raya Rey, quien lideró el estudio como investigadora del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), la Universidad Nacional de Tierra del Fuego y la organización WCS Argentina, junto con Samanta Dodino, becaria postdoctoral del Conicet.
Al estudiar las fases de su vida y su distribución espacial, “contamos con información clave para que se puedan tomar mejores medidas para la conservación de los pingüinos”, agregó la científica.
El trabajo contó con la colaboración de Ulises Balza y Luciana Riccialdelli. Además, participaron Michael Polito de la Universidad de California en los Estados Unidos y Klemens Pütz del Antarctic Research Trust, en Alemania.