En una de sus mayores expansiones militares desde la Guerra Fría, el Reino Unido anunció la incorporación de aviones F-35A con capacidad nuclear como parte de una estrategia para contener la amenaza rusa en Europa.
El plan incluye la compra de 12 cazas capaces de portar bombas nucleares B61, la construcción de nuevas fábricas de municiones, el fortalecimiento del cibercomando y un aumento progresivo del gasto en defensa hasta alcanzar el 5% del PIB en 2035.

El primer ministro Keir Starmer justificó la medida señalando que “la agresión rusa amenaza a nuestro continente” y que el entorno de seguridad actual es el más volátil en 30 años.
Los F-35A, más económicos y con mayor capacidad de carga que los F-35B ya operativos, devolverán a la fuerza aérea británica una capacidad que había perdido en 1998.

Además, el Reino Unido planea ampliar su flota de submarinos nucleares y reforzar su presencia en el espacio, en respuesta al crecimiento de las capacidades satelitales de Rusia y China. Esta nueva doctrina militar busca preparar al país para conflictos interestatales y garantizar su autonomía estratégica en un escenario global cada vez más incierto.