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Enfermedades cardíacas: la principal causa de muerte en EE.UU. 

Cada año, más norteamericanos mueren por ataques cardiacos o incidentes cerebrovasculares derivados de hábitos poco saludables

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Las enfermedades cardiovasculares continúa siendo la principal causa de muerte en Estados Unidos, con un total de 941.652 fallecimientos registrados en 2022, según un informe de la American Heart Association (AHA). Durante ese año, la mortalidad por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares superó a la provocada por todos los tipos de cáncer y muertes accidentales. La última revisión de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) en junio de 2025 también mantiene las afecciones del corazón como principal causa de muerte.

En el análisis de las causas, la enfermedad coronaria representó el 39,5% de los decesos asociados a patología cardiovascular, seguida por el accidente cerebrovascular con el 17,6%, otras enfermedades cardiovasculares con el 17%, dolencias hipertensivas con el 14%, insuficiencia cardíaca con el 9,3%, y enfermedades de las arterias con el 2,6%, de acuerdo con datos de la AHA. El número de muertes por causas cardiovasculares en 2022 aumentó en comparación con las 931.578 registradas en 2021.

El informe también señala que, entre 2017 y 2020, casi la mitad de los adultos en Estados Unidos (48,6%) padecieron alguna forma de enfermedad cardiovascular, y los adultos afroamericanos no hispanos presentaron tasas elevadas: 59% en mujeres y 58,9% en hombres. Keith Churchwell, médico y profesor clínico de la Universidad de Yale y presidente voluntario de la AHA, afirmó para The Washington Post que si bien los avances en diagnóstico y tratamiento han reducido el impacto general de la enfermedad cardíaca, “más debe hacerse para controlar los factores de riesgo principales, como la obesidad, la presión arterial alta y la diabetes”.

¿Cómo prevenir las enfermedades cardíacas?

Según información de la Mayo Clinic, adoptar un estilo de vida saludable es clave para reducir la posibilidad de desarrollar enfermedades cardíacas. Entre las acciones recomendadas destaca dejar de fumar o evitar el tabaco en todas sus formas, ya que los químicos en el tabaco dañan el corazón y los vasos sanguíneos, disminuyendo el oxígeno en sangre y aumentando la presión arterial y la frecuencia cardíaca. El riesgo de padecer enfermedades cardíacas comienza a descender tan pronto como una persona abandona el hábito, incluso después de solo un día, y al cabo de un año, el riesgo se reduce a la mitad.

 

La actividad física regular es otro de los pilares sugeridos. Se recomienda por lo menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado, o 75 minutos de actividad vigorosa, además de dos o más sesiones de entrenamiento de fuerza por semana. Asimismo, establecer rutinas con actividades cotidianas como caminar, subir escaleras o hacer jardinería puede aportar beneficios significativos.

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El papa canonizó por primera vez a dos beatos de Venezuela: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles

La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población

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La mañana del domingo en la plaza de San Pedro dejó una estampa diferente a la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y emocionada, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sobre todo, una jornada de celebración venezolana, marcada por la canonización de dos figuras profundamente queridas: José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.

En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión tanto para los que se congregaron en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.

Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula de canonización para inscribir en el libro de los santos los nombres de Hernández y Rendiles, la ovación cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles siguieron la transmisión en directo, muchos con imágenes de papeles y estampas del doctor-santo y otros encendiendo velas frente a altares improvisados. El júbilo no distinguía entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, distendiendo —al menos durante unas horas— la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.

A la celebración acudieron cerca de 55.000 peregrinos, según informaron las autoridades locales. De ellos, miles ondeaban con orgullo el tricolor venezolano, y camisetas y gorras con el rostro de José Gregorio Hernández y la imagen de Carmen Rendiles resaltaban entre las delegaciones internacionales.

Entre los asistentes, un testimonio fue recogido por la prensa local: José Ramón Malave Contreras, venezolano que reside en Roma. “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque según la creencia, yo iba a nacer muerto, así que mi mamá me puso su nombre por haberme salvado la vida. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.

La jornada en el Vaticano no fue exclusiva de los venezolanos. En esa misma ceremonia, el papa León XIV sumó a otros cinco santos: el arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan, mártir armenio asesinado durante el genocidio de inicios del siglo XX; Peter To Rot, laico de Papúa Nueva Guinea ejecutado en 1945; las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti; y el laico italiano Bartolo Longo. Pero la devoción popular venezolana marcó la jornada con un fervor y colorido raramente presentes en Roma.

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Investigan si los viajes espaciales debilitan el sistema inmunitario humano: las estrategias de prevención

Científicos evalúan los riesgos y proponen acciones para preservar la salud de los astronautas. Qué dicen los nuevos estudios

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La humanidad se encuentra en un momento sin precedentes. Los planes de visitar la Luna, establecer estaciones espaciales permanentes e incluso arribar a Marte en la próxima década, ya no pertenecen al reino de la ciencia ficción.

Sin embargo, junto con estas ambiciones extraordinarias surgen riesgos desconocidos y complejos para la salud humana, siendo el sistema inmunitario uno de los más vulnerables.

Para comprender mejor estos efectos, un equipo internacional liderado por el doctor Daniel Winer, del Buck Institute for Research on Aging, en colaboración con la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras universidades, ha desarrollado un marco científico integral denominado astroinmunología.

Esta subdisciplina analiza cómo los factores estresantes del espacio alteran la fisiología inmunitaria y explora estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.

“El futuro de la humanidad implicará vivir en el espacio exterior o en mundos distantes para algunas personas. El objetivo principal de establecer esta subespecialidad emergente de la astroinmunología es desarrollar contramedidas para proteger la salud de quienes exploran la vida fuera de la Tierra”, señaló Winer.

El trabajo publicado en Nature Reviews Immunology no se limita a describir los problemas observados durante las misiones espaciales, sino que ofrece una comprensión mecanicista de cómo la microgravedad, la radiación cósmica, los cambios en los patrones de sueño y los factores de estrés fisiológico afectan la función inmunitaria.

Estos estudios aprovechan análisis multiómicos modernos, que incluyen perfiles transcriptómicos, proteómicos y metabolómicos, para delinear los mecanismos celulares y moleculares que explican la disminución de la eficacia del sistema inmunitario en el espacio.

Uno de los hallazgos más críticos es el impacto de la microgravedad en las células inmunitarias. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, los linfocitos T y las células NK presentan una proliferación, diferenciación y capacidad de respuesta reducidas. La desorganización del citoesqueleto altera la señalización y la comunicación intercelular, mientras que la disfunción mitocondrial incrementa la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO), que dañan células y tejidos.

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