No hemos podido ver, en los tres partidos del Clasificatorio, a la Colombia de los ocho juegos de preparación.

No hemos podido ver, en los tres partidos del Clasificatorio, a la Colombia de los ocho juegos de preparación.

Ante los uruguayos, Colombia no mostró la coherencia y seguridad necesarias para jugar al fútbol con la pretensión de ganar.

El empate contra los uruguayos fue una oda a no interpretar lo que el partido va gritando. Si Vargas estaba lesionado y con tarjeta amarilla se debió sustituir. No solo enfrentó la jugada de su falta para penalti de manera incómoda, corriendo sin un apoyo óptimo, casi que en un solo pie, sino que, además, fue expulsado.

En la jugada previa al penal con que los de Bielsa se llevaron un punto, no se jugó vivo. Y es algo para tener presente ante Ecuador que tiene una selección llena de picardía.

Es inadmisible que Fabra pueda hacer un taco para entregar el balón a los uruguayos que cobraron a riesgo la falta que antecedió al penal de Vargas sobre Cristian Olivera.

Diría Freddy Rincón (QEPD) que les faltó “malandraje”, manejo de situación, para evitar justo lo que no se evitó dejando la sensación que habíamos quedado casi con las manos vacías. 

De tres puntos que teníamos en casa a los noventa minutos terminamos con uno, por el penal que convirtió Darwin Núñez en tiempo de reposición, en medio de la angustia de nosotros por anotar un gol más cuando lo que requeríamos era que no nos anotaran uno más.

En esta clase de partidos hay que jugar vivo. Se acuerdan: malicia indígena, picardía, no descuidar el balón, tenerlo y jugar con la ansiedad del que va perdiendo. 

Ante Ecuador hay que tener lo que no se tuvo ante Uruguay: coherencia, lectura del juego y viveza, so pena de sufrir otra dolorosa derrota como aquella del 6×1 que aún duele.

Faltó viveza ante los uruguayos, esa viveza de las selecciones de antaño que parece que la hubiéramos dejado abandonada en algún camerino de un estadio que ya no existe…