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Cada vez más cubanos arriesgan sus vidas y salen a Estados Unidos por mar, tierra y avión

Al menos 60 migrantes de la isla caribeña han sido detenidos entre el pasado fin de semana y este lunes por las autoridades en los Cayos de Florida.

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Al menos 60 migrantes cubanos han sido detenidos entre el pasado fin de semana y este lunes por las autoridades en los Cayos de Florida, frente al extremo meridional de este estado del sureste de EEUU, lo que acentúa la tendencia creciente en la llegada de los denominados “balseros” a la zona.

El jefe de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) en Miami, Walter N. Slosar, dio a conocer este lunes a través de Twitter que miembros de agencias federales de EEUU llevaron a cabo la detención este lunes de 33 migrantes cubanos, los que se suman a otros 27 interceptados durante el fin de semana.

El funcionario señaló que la Patrulla Fronteriza del Sector de Miami y otras agencias federales están respondiendo a múltiples desembarcos de migrantes en Cayo Hueso, el punto más al sur de esa cadena de pequeñas islas, a 150 kilómetros de Cuba.

Indicó que durante el fin de semana 27 migrantes cubanos fueron puestos bajo custodia federal después de tocar tierra.

La Guardia Costera ha detenido en las costas de Florida a cerca de 4.500 cubanos desde el 1 de octubre de 2021, cuando dio inicio el actual año fiscal, hasta la fecha.

Los cubanos están abandonando su país en uno de los mayores éxodos de las últimas cuatro décadas, arriesgando sus vidas en un peligroso viaje a Estados Unidos por aire, tierra y mar para escapar de problemas políticos y económicos.

La gran mayoría vuela hasta Nicaragua como turista y desde allí emprende un lento camino hacia la frontera estadounidense, generalmente a Texas o Arizona. Una pequeña minoría apuesta a llegar por mar. Tres hombres que sobrevivieron la odisea hablaron sobre ella con The Associated Press.

Otros miles comparten ese mismo objetivo. Entre enero y julio, las autoridades estadounidenses tuvieron 155.000 encuentros con cubanos que ingresaron por la frontera con México, más de seis veces más que en el mismo período de 2021.

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La gran mayoría son liberados con notificaciones para que comparezcan ante una corte de inmigración o se presenten ante las autoridades de inmigración.

Se trata de la mayor huida de cubanos desde la llamada crisis del Mariel en 1980, cuando casi 125.0000 balseros llegaron a Estados Unidos en un período de seis meses.

El éxodo está impulsado por la peor crisis económica de Cuba en décadas, producto del endurecimiento de las sanciones estadounidenses y el impacto del COVID-19.

Las protestas masivas de julio de 2021 provocaron cerca de 1.400 arrestos y temores de opresión política que alentaron a más cubanos a escapar. Otro de los disparadores tuvo lugar en noviembre, cuando Nicaragua dejó de requerir visas a los cubanos para promover el turismo.

Dos de los tres hombres hablaron con la AP a condición de mantener sus nombres en el anonimato por temor a la seguridad de sus familiares que aún viven en Cuba. Estas son sus historias:

Rolando José Cisneros Borroto era vendedor ambulante en Camagüey, en el centro de Cuba, pero dijo que estaba cansado de pasar hambre y necesidades. Con la esperanza de encontrar un trabajo que le permitiera mantener a su familia, decidió dejar a su mujer y sus tres hijos.

Borroto, de 42 años, vendió todo, incluidos su casa, los muebles y el televisor, y recaudó unos 13.000 dólares para pagar su travesía hacia Estados Unidos. Su familia quedó viviendo en otra casa.

Después de haber tomado seis vuelos llegó a Nicaragua en junio. Desde allí viajó por tierra hacia Honduras, Guatemala y México.

Cruzó dos ríos en una goma flotante, caminó por montañas y junto a carreteras, se montó en autobuses, automóviles y motocicletas.

Para esconderse de la policía mexicana, pasó días bebiendo agua del río y comiendo solamente grama en el monte. Finalmente cruzó a Estados Unidos por Texas y se entregó a la Patrulla Fronteriza.

Fue liberado después de tres días de detención y ahora vive en Algona, Iowa, donde un primo le ofreció alojamiento en su casa y comida. Su odisea fue de 36 días.

“Nunca pensé que pasaría tanto trabajo para llegar”, dijo Borroto, quien fue detenido tres veces en Cuba por vender ajo en las calles. “Lo que uno pasa por el camino no se lo aconsejo a nadie, pero el cubano prefiere morirse en el camino antes de quedarse en Cuba”.

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Los cubanos que no pueden pagar entre 10.000 y 15.000 dólares para costear un viaje en avión a Nicaragua y seguirlo por tierra, ni para pagar una lancha rápida, fabrican a veces sus propias balsas con caños y madera.

Entre ellos está un hombre de 37 años que trabajaba temporalmente en la construcción y pesca. No podía pagar a un contrabandista y construyó una balsa con tubos de aluminio de tres metros de largo. En mayo de 2021 navegó durante 22 horas con tres amigos hasta llegar a los cayos de Florida.

“Lo primero que uno piensa es en salir, en que o nos morimos todos poco a poco de hambre, o hacemos el intento”, dijo el hombre que demoró unos seis meses en fabricar a escondidas el bote. “Sabía que podía morir en el agua, pero necesitaba arriesgarme”.

Lo construyó en secreto, con dinero que día a día iba guardando, cuidándose hasta para gastar lo mínimo en comida. Durante meses mantuvo la balsa escondida entre un monte y manglares, a donde acudía cada día a fabricarla.

Para no generar sospechas, adquirió el motor -que le permitía avanzar a unos 10 kilómetros por hora- el mismo día del viaje.

Por temor a que lo descubrieran nadie sabía del viaje salvo sus tres acompañantes, su madre y su esposa. Mucho menos la fecha. Sus compañeros se enteraron apenas algunas horas antes de emprender la travesía.

Salieron remando entrada la noche desde un puerto pesquero de Playa Baracoa, al oeste de La Habana, dijo en una extensa entrevista en la oficina de Allen. No tenían GPS y se orientaban mirando las estrellas.

Pasó todo un día y cuando ya estaba cayendo la noche vieron las boyas de entrada a una isla del sur de Florida. Se acercaron a la costa, caminaron y se encontraron con gente. “Por lo menos estamos vivos”, pensó, pero se dieron cuenta de que alguien estaba llamando a las autoridades para reportarlos y de inmediato corrieron a la balsa y se alejaron hacia el mar nuevamente, por temor a que los detuvieran y deportaran a Cuba.

Esperaron un rato en el agua hasta que se acercaron a Cayo Hueso. Sin saberlo, llegaron a un sitio donde un grupo de turistas cubanos estaba tomándose fotos. Ellos los ayudaron con el traslado hasta Miami. El hombre llamó a su esposa para contarle que había llegado bien y le pidió que avisara a sus suegros que estaba camino a su casa de Miami.

Ahora está en proceso de asilo, con la esperanza de poder traer a su mujer y sus tres hijas adolescentes.

(Con información de EFE y AP)

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El papa canonizó por primera vez a dos beatos de Venezuela: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles

La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población

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La mañana del domingo en la plaza de San Pedro dejó una estampa diferente a la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y emocionada, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sobre todo, una jornada de celebración venezolana, marcada por la canonización de dos figuras profundamente queridas: José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.

En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión tanto para los que se congregaron en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.

Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula de canonización para inscribir en el libro de los santos los nombres de Hernández y Rendiles, la ovación cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles siguieron la transmisión en directo, muchos con imágenes de papeles y estampas del doctor-santo y otros encendiendo velas frente a altares improvisados. El júbilo no distinguía entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, distendiendo —al menos durante unas horas— la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.

A la celebración acudieron cerca de 55.000 peregrinos, según informaron las autoridades locales. De ellos, miles ondeaban con orgullo el tricolor venezolano, y camisetas y gorras con el rostro de José Gregorio Hernández y la imagen de Carmen Rendiles resaltaban entre las delegaciones internacionales.

Entre los asistentes, un testimonio fue recogido por la prensa local: José Ramón Malave Contreras, venezolano que reside en Roma. “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque según la creencia, yo iba a nacer muerto, así que mi mamá me puso su nombre por haberme salvado la vida. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.

La jornada en el Vaticano no fue exclusiva de los venezolanos. En esa misma ceremonia, el papa León XIV sumó a otros cinco santos: el arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan, mártir armenio asesinado durante el genocidio de inicios del siglo XX; Peter To Rot, laico de Papúa Nueva Guinea ejecutado en 1945; las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti; y el laico italiano Bartolo Longo. Pero la devoción popular venezolana marcó la jornada con un fervor y colorido raramente presentes en Roma.

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Investigan si los viajes espaciales debilitan el sistema inmunitario humano: las estrategias de prevención

Científicos evalúan los riesgos y proponen acciones para preservar la salud de los astronautas. Qué dicen los nuevos estudios

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La humanidad se encuentra en un momento sin precedentes. Los planes de visitar la Luna, establecer estaciones espaciales permanentes e incluso arribar a Marte en la próxima década, ya no pertenecen al reino de la ciencia ficción.

Sin embargo, junto con estas ambiciones extraordinarias surgen riesgos desconocidos y complejos para la salud humana, siendo el sistema inmunitario uno de los más vulnerables.

Para comprender mejor estos efectos, un equipo internacional liderado por el doctor Daniel Winer, del Buck Institute for Research on Aging, en colaboración con la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras universidades, ha desarrollado un marco científico integral denominado astroinmunología.

Esta subdisciplina analiza cómo los factores estresantes del espacio alteran la fisiología inmunitaria y explora estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.

“El futuro de la humanidad implicará vivir en el espacio exterior o en mundos distantes para algunas personas. El objetivo principal de establecer esta subespecialidad emergente de la astroinmunología es desarrollar contramedidas para proteger la salud de quienes exploran la vida fuera de la Tierra”, señaló Winer.

El trabajo publicado en Nature Reviews Immunology no se limita a describir los problemas observados durante las misiones espaciales, sino que ofrece una comprensión mecanicista de cómo la microgravedad, la radiación cósmica, los cambios en los patrones de sueño y los factores de estrés fisiológico afectan la función inmunitaria.

Estos estudios aprovechan análisis multiómicos modernos, que incluyen perfiles transcriptómicos, proteómicos y metabolómicos, para delinear los mecanismos celulares y moleculares que explican la disminución de la eficacia del sistema inmunitario en el espacio.

Uno de los hallazgos más críticos es el impacto de la microgravedad en las células inmunitarias. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, los linfocitos T y las células NK presentan una proliferación, diferenciación y capacidad de respuesta reducidas. La desorganización del citoesqueleto altera la señalización y la comunicación intercelular, mientras que la disfunción mitocondrial incrementa la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO), que dañan células y tejidos.

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