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Polémica por las “súper zapatillas” que baten récords mundiales en los Juegos Olímpicos

Usain Bolt había advertido sobre la nueva tecnología utilizada en el calzado antes del comienzo de la actividad en Tokio y ahora son los propios competidores quienes han alzado la voz para manifestarse sobre el asunto

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Pocas veces en una competición ocurrió algo como lo sucedido en la final de los 400 metros con vallas de los Juegos Olímpicos, en donde tanto el ganador de la prueba como su escolta batieron el récord mundial. El noruego Karsten Warholm completó la prueba en apenas 45.94 segundos y se convirtió en el primer hombre en bajar de los 46 segundos, mientras que el estadounidense Rai Benjamin acabó segundo con un tiempo de 46.17.

A principios de año, la marca vigente en la prueba era de 46.78 y había sido establecida por el estadounidense Kevin Young en los Juegos de Barcelona 1992. Pero en una competencia en Oslo celebrada hace algunos meses Warholm completó el trazado en 46.70 segundos y esta semana rompió su propia marca y llegó a los 45.94. Como si esto no fuera suficiente, el brasileño Alison Dos Santos, quien se quedó con el bronce en Tokio, registró un tiempo de 46.72. ¿Cómo es que un récord que llevaba casi 30 años de vigencia fue roto al menos cuatro veces en el último año?

Esa es la pregunta que ha desatado el debate en el mundo del atletismo y todas las miradas apuntan al calzado. Es que la tecnología puesta al servicio de los deportistas ha generado que las zapatillas evolucionen de manera tal que para muchos expertos son ellas las responsables de la velocidad que alcanzan los competidores. Es así que en los últimos meses también se han quebrado marcas históricas: en el Preolímpico de junio por los 400 metros con vallas femenino, la estadounidense Syndey McLaughlin se transformó en la primera mujer en bajar los 52 segundos y en los 100 metros con vallas femenino la puertorriqueña Jasmine Camacho-Quinn se quedó con el récord olímpico gracias a sus 12.26 durante las semifinales en Tokio.

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Karsten Warholm, quien estableció dos tiempos históricos este año, fue muy crítico con respecto a las nuevas zapatillas creadas por Nike“Si pones un trampolín allí, creo que es una mierda. Creo que le quita credibilidad a nuestro deporte. No veo por qué deberías poner algo debajo de un zapato de carrera”, comentó en diálogo con la agencia de noticias AFP.

Al ser consultado sobre sus propios registros, él optó por desligar a Puma, creadora de su calzado: “Lo que puedo decir sobre las zapatillas que he estado desarrollando en una colaboración entre Puma y el equipo de Fórmula Uno de Mercedes es que estamos tratando de hacerlas lo más creíble posible. Sí, tenemos la placa de carbono, pero hemos intentado hacerla lo más fina posible porque así es como me gusta hacerlo. Por supuesto, la tecnología siempre estará ahí, pero también quiero mantenerla en un nivel en el que podamos comparar los resultados. Eso es importante”.

Según la mirada del noruego, el gran problema está en las Nike Air Zoom Maxfly que utilizó el estadounidense Rai Benjamin, quien acabó segundo en su prueba, pero también rompió el récord mundial anterior. Este nuevo modelo cuenta con una placa de fibra de carbono combinadas con una espuma especial y superreactiva conocida como ZoomX, capaz de ofrecer un retorno de energía del 85% en cada pisada, lo que genera sensación de propulsión. Además, aporta amortiguación sin sumar peso, lo que hace que siga siendo ligero.

Vale aclarar que todas las zapatillas están aprobadas por World Athletics, sin embargo, quienes rigen el atletismo a nivel mundial han tenido que modificar las reglas en el último tiempo para dar lugar a nuevas innovaciones de este estilo. Por ejemplo, hasta hace no mucho las suelas no podían ser superiores a 15 milímetros, pero luego esta vara se subió hasta 30 milímetros y finalmente se bajó a los milímetros para distancias de 400 metros o más.

Rai Benjamin se defendió tras las críticas: “La gente dice que es la pista, las zapatillas… Usaré zapatos diferentes y seguiré corriendo rápido. Realmente no importa, con toda honestidad. Quiero decir, hay algo de eficiencia en el zapato, no me malinterpreten, y es bueno tener una buena pista, pero nadie en la historia saldrá y hará lo que acabamos de hacer, nunca. No me importa quién es usted, podría ser Kevin Young, Edwin Moses… todo el respeto a esos muchachos, pero no pueden ejecutar lo que acabamos de correr”.

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Usain Bolt ya había advertido antes del inicio de los Juegos Olímpicos que esto iba a suceder, sobre todo porque no todas las marcas usan la misma tecnología y lo que es peor, no todos los atletas cuentan con lazos millonarios con las principales compañías. El jamaiquino había criticado que durante su tiempo de actividad la nueva tecnología estaba prohibida para las distancias cortas y en diálogo con el sitio británico The Guardian había revelado que con ella, él hubiese sido “mucho más rápido” y que los 100 metros los hubiese completado “por debajo de 9,5 segundos seguro. Sin duda”.

“Cuando me lo dijeron, no podía creer que esto fuera a lo que habíamos llegado. Que realmente estamos ajustando las puntas a un nivel en el que ahora les está dando a los atletas una ventaja para correr aún más rápido. Es extraño e injusto para muchos atletas porque sé que en el pasado (los fabricantes) realmente lo intentaron y el organismo rector dijo: ‘No, no se puede’”, sostuvo el hombre que acumuló ocho medallas de oro olímpicas y 12 títulos mundiales.

Por su parte, el presidente de World Athletics, Sebastian Coe, había defendido estas nuevas tecnologías en marzo pasado en una columna en el sitio británico Telegraph sosteniendo además que éste era uno de muchos factores dentro de una carrera. Sin embargo, el debate continúa y los expertos anticipan que en los próximos años los tiempos seguirán mejorando.

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Bogotá se prepara para levantar el estadio más moderno y cubierto de América Latina

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La capital de Colombia se alista para dar un salto histórico en infraestructura deportiva. Este miércoles, la Alcaldía Mayor de Bogotá y la firma Sencia confirmaron que el nuevo estadio metropolitano comenzará su construcción en marzo de 2027, y marcará un antes y un después en la región: será el estadio más moderno y cubierto de América Latina.

El nuevo escenario estará ubicado en la zona oriental del actual complejo El Campín, exactamente donde hoy se encuentra el club de tenis. Tendrá una capacidad inicial para 50.000 espectadores, tribunas más cercanas al campo de juego, diseño de última generación y una cubierta que lo hará ideal para todo tipo de eventos, no solo deportivos. La inversión total será de 500 millones de dólares.

A diferencia del plan original, que contemplaba la demolición gradual de El Campín a partir de octubre, las autoridades decidieron conservar el estadio actual durante todo el proceso. Esto permitirá mantener en funcionamiento el epicentro del fútbol capitalino, mientras se construye el nuevo ícono arquitectónico a su lado.

¿Bogotá le disputará la Selección a Barranquilla?

Durante la presentación del proyecto, el alcalde Carlos Fernando Galán no ocultó su aspiración: que Bogotá vuelva a ser sede oficial de la Selección Colombia.

En entrevista con Caracol Radio, Galán fue directo:

“Con una capacidad superior a 50 mil espectadores podemos aspirar a competir por ese tipo de eventos internacionales en Conmebol. Bogotá tiene todo: infraestructura, hoteles, gastronomía… Ser sede de las Eliminatorias es una aspiración legítima que vamos a trabajar”.

Sin embargo, Barranquilla sigue siendo un bastión difícil de reemplazar. Durante años ha sido considerada la casa de la Selección, no solo por razones logísticas o deportivas, sino por algo que no se puede medir: el calor humano y la alegría de su gente. Cuando juega la Selección, la ciudad literalmente se paraliza. La pasión desbordada, el ritmo caribeño y el entusiasmo colectivo convierten cada partido en una fiesta.

Además, el intenso calor de Barranquilla “derrite” a los jugadores visitantes, y ha sido, para muchos técnicos y jugadores, un aliado invisible pero efectivo en la cancha.

Por el contrario, Bogotá ofrece una ventaja fisiológica distinta: la altura. Con sus 2.640 metros (8.530 pies) sobre el nivel del mar, representa un verdadero reto físico para cualquier selección rival. Pero hay una percepción que pesa: si Barranquilla enciende el alma del fútbol colombiano, Bogotá a veces enfría el entusiasmo.

“El frío parece que no solo afecta al clima… sino que a veces también se contagia a la afición”, han comentado analistas en más de una ocasión.

Una batalla deportiva que trasciende la cancha

Aun así, el nuevo estadio de Bogotá promete cambiar la conversación. Con estándares internacionales, un diseño envolvente y mejor acústica, se espera que el público capitalino viva el fútbol con una intensidad renovada.La polémica continúa, especialmente desde que en 2024 el presidente de la Federación, Ramón Jesurún, menospreció el proyecto:

“¡45 mil personas el nuevo Campín! No pidan Selección de Colombia nunca”, declaró. Pero los nuevos diseños y la ambición del proyecto parecen rebatir esa crítica inicial.

Un proyecto de ciudad con visión global

Sencia presentará los diseños definitivos en octubre, y el nuevo estadio estará listo un año antes de lo inicialmente anunciado, gracias a que ya no depende de demoliciones previas. El tiempo estimado de ejecución será de 55 meses.

La ubicación también fue estratégica: se espera mejorar la movilidad sobre la avenida NQS, y se construirán 3.000 parqueaderos, entre subterráneos y de superficie. Además, se contempla una conexión directa al Movistar Arena, creando un gran corredor de entretenimiento para la capital.

El nuevo estadio no solo aspira a ser sede de la Selección Colombia, sino a convertirse en un referente para torneos internacionales como la Copa América, Copa Libertadores, Sudamericanos juveniles o incluso un Mundial Sub-20.

Bogotá se alista para dejar huella. Y con este proyecto, no solo se juega un partido local, sino uno de talla continental.

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Robo histórico en los Miami Heat: entre las 400 camisetas sustraídas, una usada por LeBron James en las Finales de la NBA

“Un exempleado de seguridad aprovechó su acceso privilegiado para llevarse reliquias históricas del equipo, incluyendo la camiseta con la que LeBron James conquistó el título en 2013.”

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En un caso que parece sacado de una película, un exempleado de los Miami Heat compareció este martes ante un tribunal en Florida acusado de robar más de 400 camisetas usadas en partidos y otros objetos de alto valor sentimental y económico, para luego venderlos por alrededor de dos millones de dólares.

Según reportó la agencia EFE, Marcos Thomas Pérez, de 62 años y residente de Miami, aprovechó durante años su acceso privilegiado como agente y posteriormente encargado de seguridad de la NBA en Miami para entrar a una sala donde se almacenaban reliquias históricas del equipo, destinadas a un futuro museo.

Entre las piezas sustraídas se encontraba una verdadera joya deportiva: la camiseta que LeBron James usó en el séptimo juego de las Finales de 2013, donde anotó 37 puntos y aseguró el campeonato contra los San Antonio Spurs. Pérez la vendió por 100.000 dólares, pero la prenda terminó alcanzando 3,7 millones de dólares en una subasta de Sotheby’s, convirtiéndose en la tercera camiseta más cara en la historia de la casa de subastas, informó igualmente ESPN.

Las autoridades afirman que solo en tres años, Pérez habría vendido más de 100 de estos artículos robados, enviándolos a otros estados. El caso ha sorprendido no solo por el valor de los objetos, sino por la astucia con la que, presuntamente, operó durante años sin levantar sospechas.

Como dato curioso, Pérez es un veterano retirado del Departamento de Policía de Miami, con 25 años de servicio. Ahora, enfrenta acusaciones que podrían marcar un drástico giro en su historial.

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