Este descubrimiento ha dado nuevas esperanzas para la supervivencia de esta especie en peligro crítico.
Daniela Viviana Larrarte Asaad
Conservacionistas en Camboya encontraron 106 huevos de cocodrilo siamés en el Parque Nacional Cardamom. Este descubrimiento, el más grande en dos décadas, ha dado nuevas esperanzas para la supervivencia de esta especie en peligro crítico.
El grupo de conservacionistas descubrió los huevos en mayo. Entre el 27 y el 30 de junio, se incubaron con éxito 60 de ellos, de acuerdo con un comunicado conjunto de los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente de Camboya, junto con el grupo Fauna & Flora, según lo recopilado por el medio ‘Los Angeles Time’.
«Este descubrimiento señala que el área es un hábitat clave para los cocodrilos salvajes, ofreciendo esperanza para la recuperación de la especie», se lee en el comunicado.
Ahora el Parque Nacional Cardamom y los jóvenes cocodrilos siameses están bajo la protección de guardias forestales. Pues, alguna vez esta especie fue abundante en el sureste de Asia, pero ahora están en peligro crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Esto se debe a la caza furtiva, la destrucción de su hábitat y la hibridación con otras especies de cocodrilo que se dio en la década de 1990.
Según ‘Los Angeles Time’, el ministro de Medio Ambiente, Eang Sophalleth, señaló que su ministerio está trabajando arduamente en la conservación y restauración del hábitat de los cocodrilos siameses.
«Los cocodrilos siameses tienen una función crucial en el ecosistema, y el descubrimiento de los cinco nidos y la exitosa incubación de 60 huevos reflejan que el Parque Nacional Cardamom es un hábitat seguro y adecuado para esta especie», afirmó Sophalleth en el comunicado del jueves.
Actualmente, se estima que quedan alrededor de 1,000 cocodrilos siameses en estado salvaje, con más de 300 de ellos en Camboya. En 2017, investigadores encontraron seis huevos en el distrito Sre Ambel de la provincia sureña de Koh Kong mientras buscaban huellas y señales del reptil.
Anteriormente, en septiembre de 2021, un grupo de conservacionistas descubrió varias crías recién nacidas en un río del refugio de vida silvestre de Srepok en el este de Camboya, aumentando las esperanzas para la supervivencia de la especie en estado salvaje.
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El papa canonizó por primera vez a dos beatos de Venezuela: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles
La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población
La mañana del domingo en la plaza de San Pedro dejó una estampa diferente a la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y emocionada, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sobre todo, una jornada de celebración venezolana, marcada por la canonización de dos figuras profundamente queridas: José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.
En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión tanto para los que se congregaron en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.
Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula de canonización para inscribir en el libro de los santos los nombres de Hernández y Rendiles, la ovación cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles siguieron la transmisión en directo, muchos con imágenes de papeles y estampas del doctor-santo y otros encendiendo velas frente a altares improvisados. El júbilo no distinguía entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, distendiendo —al menos durante unas horas— la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.
A la celebración acudieron cerca de 55.000 peregrinos, según informaron las autoridades locales. De ellos, miles ondeaban con orgullo el tricolor venezolano, y camisetas y gorras con el rostro de José Gregorio Hernández y la imagen de Carmen Rendiles resaltaban entre las delegaciones internacionales.
Entre los asistentes, un testimonio fue recogido por la prensa local: José Ramón Malave Contreras, venezolano que reside en Roma. “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque según la creencia, yo iba a nacer muerto, así que mi mamá me puso su nombre por haberme salvado la vida. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.
La jornada en el Vaticano no fue exclusiva de los venezolanos. En esa misma ceremonia, el papa León XIV sumó a otros cinco santos: el arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan, mártir armenio asesinado durante el genocidio de inicios del siglo XX; Peter To Rot, laico de Papúa Nueva Guinea ejecutado en 1945; las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti; y el laico italiano Bartolo Longo. Pero la devoción popular venezolana marcó la jornada con un fervor y colorido raramente presentes en Roma.
La humanidad se encuentra en un momento sin precedentes. Los planes de visitar la Luna, establecer estaciones espaciales permanentes e incluso arribar a Marte en la próxima década, ya no pertenecen al reino de la ciencia ficción.
Sin embargo, junto con estas ambiciones extraordinarias surgen riesgos desconocidos y complejos para la salud humana, siendo el sistema inmunitario uno de los más vulnerables.
Para comprender mejor estos efectos, un equipo internacional liderado por el doctor Daniel Winer, del Buck Institute for Research on Aging, en colaboración con la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras universidades, ha desarrollado un marco científico integral denominado astroinmunología.
Esta subdisciplina analiza cómo los factores estresantes del espacio alteran la fisiología inmunitaria y explora estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.
“El futuro de la humanidad implicará vivir en el espacio exterior o en mundos distantes para algunas personas. El objetivo principal de establecer esta subespecialidad emergente de la astroinmunología es desarrollar contramedidas para proteger la salud de quienes exploran la vida fuera de la Tierra”, señaló Winer.
El trabajo publicado en Nature Reviews Immunology no se limita a describir los problemas observados durante las misiones espaciales, sino que ofrece una comprensión mecanicista de cómo la microgravedad, la radiación cósmica, los cambios en los patrones de sueño y los factores de estrés fisiológico afectan la función inmunitaria.
Estos estudios aprovechan análisis multiómicos modernos, que incluyen perfiles transcriptómicos, proteómicos y metabolómicos, para delinear los mecanismos celulares y moleculares que explican la disminución de la eficacia del sistema inmunitario en el espacio.
Uno de los hallazgos más críticos es el impacto de la microgravedad en las células inmunitarias. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, los linfocitos T y las células NK presentan una proliferación, diferenciación y capacidad de respuesta reducidas. La desorganización del citoesqueleto altera la señalización y la comunicación intercelular, mientras que la disfunción mitocondrial incrementa la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO), que dañan células y tejidos.