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Entretenimiento

Murió ARTURO DI MODICA, escultor del TORO DE WALL STREET

El artista italiano, de 80 años, luchaba desde hacía años contra un cáncer.

El escultor siciliano Arturo Di Modica, autor del famoso toro de bronce símbolo de Wall Street en Nueva York, murió a los 80 años en la noche del viernes al sábado, informaron los medios de comunicación italianos.

Arturo Di Modica, fallecido en su domicilio de Vittoria cerca de Ragusa, en el sur de Sicilia, “luchaba desde hacía años contra un cáncer y su estado se había agravado en las últimas semanas”, precisó el diario La Repubblica en su sitio internet.

El escultor siciliano es famoso sobre todo por su imponente escultura de toro de bronce de 3,2 toneladas (4,9 metros de largo y 3 metros de alto), instalada cerca de la Bolsa de Nueva York.

La escultura, llamada “Charging Bull” en inglés, había sido esculpida por el artista y financiada por su propio bolsillo, más de 350.000 dólares en su momento.

El toro había sido instalado ilegalmente delante de la Bolsa de Nueva York, tras el accidente bursátil de 1987, como símbolo de la “fuerza y el poder del pueblo”.

Arturo Di Modica había transportado su escultura en un camión en diciembre de 1989 a Lower Manhattan y la dejó bajo un árbol de Navidad frente a la Bolsa de Nueva York, como un regalo de Navidad para los neoyorquinos.

Después de unas semanas de verdadera guerrilla artística, el toro fue finalmente aceptado por la ciudad, que le encontró su ubicación actual en 1989, al norte del parque de Bowling Green, en la intersección de Broadway.

El “Charging Bull” es una de las obras más fotografiadas de la ciudad de Nueva York. La leyenda dice que rascarle el hocico, agarrarle los cuernos o los testículos trae buena suerte.

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Ana de Armas muestra su lado más íntimo en la antesala de “Ballerina”

La actriz cubana redefine su carrera, eligiendo proyectos que la inspiren y le permitan conectar con personas que compartan su visión creativa, mientras busca un equilibrio entre su vida personal y profesional, según publicó Fotogramas

Ana de Armas es un nombre que resuena con fuerza en el cine contemporáneo. Desde su llegada a Hollywood, la actriz cubana consiguió hacerse un hueco entre las grandes figuras del cine internacional, destacando en una variedad de géneros que van desde el thriller psicológico hasta las películas de acción.

Actualmente, su carrera da un paso más con su participación en Ballerina, un spin-off de la exitosa saga John Wick, un proyecto que confirma su capacidad para enfrentarse a retos físicos y emocionales en la pantalla. Sin embargo, detrás de esa imagen de estrella de acción se esconde una mujer profundamente reflexiva sobre su trayectoria y el futuro que desea construir en la industria, según comentó en una entrevista con Fotogramas.

Un apellido premonitorio

El apellido de Armas, heredado de su padre, Ramón de Armas, fue para Ana una especie de destino. Aunque en su infancia no le gustaba en absoluto, ahora lo considera como una especie de señal que la predestinó a la vida que eligió. “A veces creo que el apellido que nos ponen, sí que define un poco nuestra vida”, reflexiona la actriz.

Su madre, Ana Caso, de origen español, fue su principal apoyo en sus primeros años, alentándola a perseguir sus sueños desde su llegada a La Habana a los nueve años: “Pronto se dio cuenta de que el mundo del teatro y la interpretación era lo que la llenaba”. Y no pasó mucho tiempo antes de que se mudara a España a los 18 años para dar el salto a Hollywood.

El inicio de su carrera en Hollywood no fue fácil. Como muchos actores jóvenes, tuvo que trabajar duro para abrirse paso en una industria implacable. Sin embargo, su talento pronto comenzó a brillar. Blade Runner 2049, Puñales por la espalda, Sin tiempo para morir… Son solo algunas de las películas que marcaron su ascenso a la fama, y que le valieron una nominación al Oscar por su interpretación en Blonde.

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Cómo la película “Cónclave” se convirtió en profecía de lo que sucederá en el Vaticano

Estrenada antes del fallecimiento del papa Francisco, la obra de Edward Berger recobra vitalidad en vísperas de la elección del nuevo jefe de la Iglesia Católica: ¿cuánto reproduce y cuánto distorsiona en realidad?

La especulación que rodea a un cónclave para elegir a un papa es una tradición antiquísima. Pero para el inminente cónclave tras la muerte del papa Francisco, las filas de los expertos aficionados en el Vaticano se han multiplicado, gracias a Hollywood.

Cónclave, la película, un sombrío thriller político, presentó a muchos espectadores laicos de todo el mundo el antiguo proceso de selección con sus reglas arcanas y ceremonias majestuosas, aunque con un giro propio del cine lleno de intrigas palaciegas y sorpresas.

Aunque tiene sus críticos, el film trata la solemnidad de una elección papal con respeto y representa con precisión muchos rituales y problemas contemporáneos a los que se enfrenta hoy la Iglesia Católica. Sin embargo, expertos del Vaticano advierten que la película no lo acierta todo. Este es un análisis de lo que la película protagonizada por Ralph Fiennes hace bien — y mal — sobre los cónclaves.

Escenografía y estética

La película sobresale al recrear el aspecto y la atmósfera de un cónclave. “Acierta en muchas cosas. Intentaron reproducir con precisión la mise-en-scène del Vaticano”, dice William Cavanaugh, profesor de estudios católicos en la Universidad DePaul en Chicago. “Muestran que gran parte del drama se desarrolla en las conversaciones previas a la reunión de los cardenales”.

No es una recreación perfecta, según el reverendo Thomas Reese, analista senior en el Religion News Service y experto en el Vaticano. Considera que los valores de producción de la película son “maravillosos”, pero señala ligeras discrepancias en la vestimenta de los cardenales.

“El rojo de las vestimentas de los cardenales era un rojo intenso, mientras que en la realidad es más anaranjado. Francamente, me gusta más la versión de Hollywood”, dijo Reese, sacerdote jesuita que escribió Dentro del Vaticano: La política y organización de la Iglesia Católica.

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