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Jeff Bezos viajó al espacio en su nave de Blue Origin haciendo historia

El multimillonario empresario estadounidense dijo que está emocionado pero no muy nervioso por el vuelo suborbital inaugural de su compañía.

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El hombre más rico del planeta, Jeff Bezos, viajó en su propio cohete al espacio exterior el martes, un momento clave para una industria incipiente que busca hacer que la frontera final sea accesible para los turistas de élite, acompañado de su hermano y otros dos pasajeros que marcaron historia como el viajero espacial más joven y la más anciana..

Blue Origin trazó su primera misión tripulada, un salto de 11 minutos desde el oeste de Texas hasta más allá de la línea Karman y viceversa, para coincidir con el 52 aniversario de la llegada a la Luna.

El despegue estaba previsto para las 8 (hora local, 13 GMT) desde una instalación remota en el desierto del oeste de Texas llamada Launch Site One, a unos 40 kilómetros al norte de la ciudad más cercana, Van Horn.

El más rico, el mayor, el más joven

Junto a Bezos estuvieron la aviadora Wally Funk, quien a sus 82 años es ahora la astronauta más vieja de la historia, y el holandés Oliver Daemen, de 18, quien se convirtió en el más joven.

Completando el cuarteto aparece el hermano menor y mejor amigo de Jeff Bezos, Mark, quien dirige la Bezos Family Foundation y trabaja como bombero voluntario.

Cabe destacar que estuvo ausente el ganador todavía anónimo de una subasta de 28 millones de dólares por un asiento, que tuvo “problemas de agenda” y participará en un vuelo futuro.

El padre de Daemen, director ejecutivo de una firma de capital privado, fue segundo en la licitación, lo que permitió que su hijo adolescente se convirtiera en el primer cliente pago de la compañía.

Cómo será el vuelo

Después del despegue, New Shepard se acercó hacia el espacio a velocidades superiores a 3.700 km/h utilizando un motor de oxígeno e hidrógeno líquidos cuyo único subproducto es el vapor de agua.

La cápsula se separará de su propulsor y, cuando suba lo suficiente, los astronautas se desabrocharán y experimentarán la ingravidez durante tres o cuatro minutos.

La nave espacial alcanzó su punto máximo a 106 km de altitud, lo que permitirá a los miembros de la tripulación admirar la curvatura del planeta y el negro como la tinta del resto del universo.

El propulsor regresó de forma autónoma a una plataforma de aterrizaje justo al norte de su lugar de lanzamiento, mientras que la cápsula volverá a la Tierra en caída libre con tres paracaídas gigantes y, finalmente, un propulsor, para un aterrizaje suave en el desierto.

Funk, quien se destacó en el proyecto Mercury 13 destinado a capacitar a las mujeres para el espacio pero fue rechazada debido al sexismo de los primeros años de la era espacial, dijo que planeaba aprovechar al máximo la oportunidad.

Según declaró a NBC estaba ansiosa por flotar, girar y rodar en gravedad casi nula.

Bezos comentó en CBS: “La gente no deja de preguntarme si estoy nervioso. No estoy realmente nervioso, estoy emocionado. Tengo curiosidad. Quiero saber qué vamos a aprender. (…) Hemos estado entrenando. Este vehículo está listo. Este equipo está listo. Este equipo es increíble. Nos sentimos realmente bien”.

El fundador de Virgin Galactic, Richard Branson, hizo el viaje el 11 de julio, superando por poco al magnate del Amazonas en esta batalla de multimillonarios. Pero Bezos, como Branson, insiste en que no se trata de una competencia.

“Hay una persona que fue la primera persona en el espacio, su nombre era Yuri Gagarin, y eso sucedió hace mucho tiempo”, dijo el lunes al programa TODAY en NBC, haciendo referencia al hito de 1961 del cosmonauta soviético. “Esto no es una competencia, se trata de construir un camino hacia el espacio para que las generaciones futuras puedan hacer cosas increíbles allí”, agregó.

Blue Origin también mira más alto: tanto respecto a la altitud a la que ascenderá su nave reutilizable New Shepard en comparación con el avión espacial de Virgin, como en lo que tiene relación con sus ambiciones.

Bezos, de 57 años, fundó Blue Origin en 2000 con el objetivo de algún día construir colonias espaciales flotantes con gravedad artificial donde millones de personas trabajarán y vivirán. Hoy, la compañía está desarrollando un cohete orbital llamado New Glenn y un módulo de aterrizaje lunar que espera contratar con la NASA.

New Shepard ha realizado 15 vuelos sin tripulación para ponerlo a prueba y testear los mecanismos de seguridad, como disparar la cápsula lejos de la plataforma de lanzamiento si el cohete explota o aterrizar con un paracaídas menos.

“Aprendimos cómo hacer que un vehículo sea lo suficientemente seguro para que estemos dispuestos a poner a nuestros seres queridos en él y enviarlos al espacio”, dijo el director ejecutivo de Blue Origin, Bob Smith, en una sesión informativa el domingo.

“El peor momento”

Blue Origin se ha mantenido relativamente parco sobre el futuro inmediato. La compañía dice que planea dos vuelos más este año, y “muchos más” en 2022. Los analistas observan que mucho dependerá de los primeros éxitos y la construcción de un sólido historial de seguridad.

Smith, el CEO, reveló el domingo que el próximo lanzamiento podría tener lugar en septiembre u octubre.

Al mismo tiempo, el sector está comenzando a enfrentar críticas por la óptica de las personas superricas que despegan al espacio mientras la Tierra enfrenta desastres impulsados por el clima y una pandemia de coronavirus.

“¿Podría haber un peor momento que este para que dos propietarios superricos de cohetes realicen un paseo rápido hacia la oscuridad?”, escribió Shannon Stirone en un artículo en Atlantic.

(Con información de AFP)

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El dólar cayó a su nivel más bajo desde 2023 en medio de la incertidumbre por la guerra comercial

El índice Bloomberg Dollar Spot retrocedía hasta un 0,7% el viernes, extendiendo una baja de más del 7% desde principios de año

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El dólar estadounidense cayó a su nivel más bajo desde 2023, afectado por las nuevas amenazas arancelarias del presidente Donald Trump y el creciente riesgo de un aumento en el déficit fiscal, factores que han reducido el atractivo de la moneda.

El índice Bloomberg Dollar Spot retrocedía hasta un 0,7% el viernes, extendiendo una baja de más del 7% desde principios de año. La divisa ha caído por cuarto día consecutivo en cinco días tras las nuevas advertencias de Trump sobre posibles aranceles dirigidos a la Unión Europea y a Apple Inc., lo que se suma a la preocupación de los inversores con respecto al impacto de su política comercial sobre la economía más grande del mundo.

Un “gran aumento de los aranceles sobre las importaciones estadounidenses procedentes de la UE vuelve a poner sobre la mesa los riesgos de recesión en EEUU junto con una mayor incertidumbre política y económica”, dijo Aroop Chatterjee, estratega de Wells Fargo en Nueva York.

Las pérdidas del viernes se mantuvieron incluso después de que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, declarara en el programa Wall Street Week de Bloomberg Television con David Westin que EEUU podría concretar varios acuerdos comerciales importantes en las próximas dos semanas.

Bessent también afirmó que no consideraba necesariamente débil al dólar, y añadió que los recientes movimientos en el mercado de divisas respondían más al fortalecimiento de otras monedas que a una debilidad intrínseca de la divisa estadounidense.

La caída del dólar impulsó a todas las divisas del Grupo de los 10. El dólar neozelandés y el australiano subieron más de 1% frente al dólar, seguidos de cerca por el yen japonés.

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Harvard califica de ilegal la medida de Trump contra estudiantes extranjeros

“La diversidad de nuestra comunidad es esencial para nuestra excelencia académica”, declaró un portavoz de la institución

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La Universidad de Harvard denunció como “ilegal” la medida del gobierno de Donald Trump que le revoca la autorización para inscribir a estudiantes internacionales, una decisión que afecta directamente a unos 6.800 alumnos extranjeros que actualmente cursan estudios en la institución y representa el 27% de su matrícula total.

“Esta decisión amenaza con causar un grave daño a la comunidad de Harvard y a nuestro país”, dijo Jason Newton, director de relaciones con los medios de la universidad, al confirmar la recepción de una carta oficial del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que anula la certificación en el Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVP).

Harvard advirtió que la medida compromete su misión académica y científica, sostenida en parte por la presencia de estudiantes de más de 140 países, quienes contribuyen tanto a la diversidad cultural como a la sustentabilidad financiera de la universidad. Los estudiantes internacionales, que suelen pagar matrículas más elevadas, también sostienen líneas de investigación clave, particularmente en ciencias, ingeniería y salud pública.

“Continuaremos acogiendo a estudiantes y académicos internacionales. La diversidad de nuestra comunidad es esencial para nuestra excelencia académica”,agregó Newton, anticipando posibles acciones legales.

La universidad ya había entablado demandas previas contra la administración Trump por intentos de intervenir en su currículo y políticas internas. Ahora evalúa una nueva ofensiva judicial para restituir su capacidad de inscribir a estudiantes del exterior a partir del próximo ciclo académico.

En diálogo con el diario The New York Times, uno de los estudiantes afectados, Leo Gerden, sueco y activista por los derechos de estudiantes internacionales, lamentó la decisión. “Una Harvard sin su diversidad internacional no será la misma”, dijo. “La administración Trump nos está usando como fichas de póker. Es extremadamente peligroso”, advirtió.

La medida, notificada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, en una carta formal enviada a la universidad, se basa en acusaciones del gobierno sobre un supuesto “entorno inseguro” en el campus, vinculando a Harvard con manifestaciones antisemitas y presuntos contactos con el Partido Comunista Chino.

Un comunicado de prensa del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU confirmó la acción y envió mensaje claro a los estudiantes internacionales de la universidad: “Esto significa que Harvard ya no puede inscribir estudiantes extranjeros, y los estudiantes extranjeros existentes deben transferirse o perder su estatus legal”.

Desde la comunidad académica, la respuesta ha sido de rechazo generalizado, en defensa de la autonomía universitaria y del principio de acceso global a la educación. Organizaciones civiles y líderes educativos alertaron que esta decisión podría sentar un precedente peligroso y afectar la reputación internacional del sistema universitario estadounidense.

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