Juliana Marins, una turista brasileña de 26 años, permanece atrapada desde el sábado 21 de junio en una cornisa rocosa del Monte Rinjani, un volcán activo en la isla de Lombok, Indonesia.
La joven cayó aproximadamente 500 metros por un acantilado mientras realizaba una excursión hacia la cima junto a un grupo de senderistas.
Según testigos, el accidente ocurrió en condiciones extremas: frío intenso, terreno resbaladizo y escasa visibilidad, con solo una linterna para iluminar el camino. Juliana se encontraba al final del grupo, acompañada por un guía, cuando perdió el equilibrio y cayó. Drones térmicos lograron ubicarla horas después, y las imágenes confirmaron que estaba consciente, aunque inmóvil, sentada sobre suelo volcánico gris.
Los equipos de rescate enfrentan enormes desafíos: niebla densa, terreno inestable y salientes rocosos que impiden instalar anclajes seguros. Aunque lograron hacerle llegar agua y alimentos, no han podido evacuarla. El domingo, su ubicación cambió, lo que obligó a reiniciar la búsqueda. El lunes fue localizada nuevamente, pero el mal clima obligó a suspender la operación.
La familia de Juliana, en contacto con la embajada brasileña en Yakarta, ha denunciado la falta de medidas más estrictas por parte del Parque Nacional Gunung Rinjani, que permanece abierto al turismo. Las autoridades indonesias aseguran que el acceso no interfiere con el rescate, aunque han advertido a los visitantes sobre las restricciones.
El caso ha generado conmoción en Brasil y en redes sociales, donde miles de personas siguen con angustia el desarrollo de esta operación contrarreloj en uno de los entornos más hostiles del sudeste asiático.