El cuadro, fechado en 1925, había sido un regalo de casamiento y permaneció durante décadas en El Líbano, pero regresó a Brasil tras el conflicto entre Israel y Hamas
Un cuadro desconocido de la pintora Tarsila do Amaral, figura clave del modernismo brasileño, fue certificado como verdadero y ahora está valorado en al menos 60 millones de reales (unos 11 millones de dólares o 10 millones de euros), informó la galería responsable de la obra.
El lienzo, fechado en el 1925 y de dimensiones reducidas (27 por 21 centímetros), muestra un paisaje típicamente brasileño, con casitas humildes rodeadas de palmeras y de montañas de contorno suave, y está pintado en los colores vivos característicos de la que es la artista más cotizada de Brasil.
“Hay una exageración de colores y de formas, algo medio inocente que exhibe de forma ostensiva la visión que el exterior tenía de Brasil, es un retrato del país”, explicó por teléfono Thomaz Pacheco, fundador de OMA Galería, ubicada en la ciudad de San Pablo.
En el momento de firmar la obra, Do Amaral (1886-1973) estaba volviendo de París, donde se había codeado con Pablo Picasso y Fernand Léger, cuya influencia se refleja en el cuadro.
Tarsila do Amaral (Wikipedia)
Para Pacheco se trata del “acontecimiento artístico del año” en Brasil porque Do Amaral no fue una pintora prolija -tiene menos de 200 obras catalogadas-, y porque este es el primer cuadro que se certifica en al menos una década.
Cuando se supo de la existencia del lienzo en abril, en el marco de la feria SP Arte, muchos dudaron de su autenticidad, lo que llevó a los herederos de la artista a llamar a un perito autorizado para resolver la polémica.
El especialista escogido, Douglas Quintale, aplicó entonces las técnicas más modernas, como luz ultravioleta e infrarrojos, para examinar todos los aspectos del cuadro, desde la tinta hasta el marco. Hace unos días, informó a la familia del veredicto: era verdadero.
El lienzo fue adquirido en 1960 por Moisés Mikhael Abou Jnaid, de doble nacionalidad brasileña y libanesa, como regalo de bodas para su futura esposa. Cuando el matrimonio decidió volver al Líbano en los años 70, el paisaje de Do Amaral viajó con ellos.
La obra decoró la casa familiar en la ciudad de Zahle hasta que el hijo de los compradores, del mismo nombre que el padre, decidió regresar con ella a Brasil por miedo a que el conflicto entre Israel y Hamás terminara por envolver también al Líbano.
«Abaporú», la obra más trascendental de Tarsila do Amaral se encuentra en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires
Al desembarcar en el país suramericano, Moisés Mikhael Abou Jnaid hijo no avisó a las autoridades brasileñas sobre el cuadro porque, según declaraciones citadas en un comunicado de OMA Galería, en ese momento este apenas poseía un “valor simbólico y emocional” para la familia.
“No teníamos ningún documento de autenticidad de la obra”, afirmó el heredero, quien aseguró haber informado al Instituto del Patrimonio Histórico Artístico Nacional y al fisco brasileños una vez que la certificación fue concluida.
Superadas las dudas sobre la autoría, las negociaciones avanzan para vender el lienzo a un museo de Oriente Medio cuyo nombre Pacheco no quiso desvelar por no estar la transacción cerrada todavía.
El abultado precio al que se pretende vender la obra refleja el interés que despierta hoy en día Do Amaral, artista de la talla de la mexicana Frida Kahlo y cuyos lienzos cuelgan de las paredes de instituciones como el MoMa de Nueva York.
“Cuando hablamos de narrativas del Sur global, el nombre es Tarsila. Todo museo necesita una obra suya”, dijo el galerista.
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El papa canonizó por primera vez a dos beatos de Venezuela: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles
La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población
La mañana del domingo en la plaza de San Pedro dejó una estampa diferente a la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y emocionada, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sobre todo, una jornada de celebración venezolana, marcada por la canonización de dos figuras profundamente queridas: José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.
En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión tanto para los que se congregaron en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.
Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula de canonización para inscribir en el libro de los santos los nombres de Hernández y Rendiles, la ovación cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles siguieron la transmisión en directo, muchos con imágenes de papeles y estampas del doctor-santo y otros encendiendo velas frente a altares improvisados. El júbilo no distinguía entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, distendiendo —al menos durante unas horas— la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.
A la celebración acudieron cerca de 55.000 peregrinos, según informaron las autoridades locales. De ellos, miles ondeaban con orgullo el tricolor venezolano, y camisetas y gorras con el rostro de José Gregorio Hernández y la imagen de Carmen Rendiles resaltaban entre las delegaciones internacionales.
Entre los asistentes, un testimonio fue recogido por la prensa local: José Ramón Malave Contreras, venezolano que reside en Roma. “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque según la creencia, yo iba a nacer muerto, así que mi mamá me puso su nombre por haberme salvado la vida. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.
La jornada en el Vaticano no fue exclusiva de los venezolanos. En esa misma ceremonia, el papa León XIV sumó a otros cinco santos: el arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan, mártir armenio asesinado durante el genocidio de inicios del siglo XX; Peter To Rot, laico de Papúa Nueva Guinea ejecutado en 1945; las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti; y el laico italiano Bartolo Longo. Pero la devoción popular venezolana marcó la jornada con un fervor y colorido raramente presentes en Roma.
La humanidad se encuentra en un momento sin precedentes. Los planes de visitar la Luna, establecer estaciones espaciales permanentes e incluso arribar a Marte en la próxima década, ya no pertenecen al reino de la ciencia ficción.
Sin embargo, junto con estas ambiciones extraordinarias surgen riesgos desconocidos y complejos para la salud humana, siendo el sistema inmunitario uno de los más vulnerables.
Para comprender mejor estos efectos, un equipo internacional liderado por el doctor Daniel Winer, del Buck Institute for Research on Aging, en colaboración con la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras universidades, ha desarrollado un marco científico integral denominado astroinmunología.
Esta subdisciplina analiza cómo los factores estresantes del espacio alteran la fisiología inmunitaria y explora estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.
“El futuro de la humanidad implicará vivir en el espacio exterior o en mundos distantes para algunas personas. El objetivo principal de establecer esta subespecialidad emergente de la astroinmunología es desarrollar contramedidas para proteger la salud de quienes exploran la vida fuera de la Tierra”, señaló Winer.
El trabajo publicado en Nature Reviews Immunology no se limita a describir los problemas observados durante las misiones espaciales, sino que ofrece una comprensión mecanicista de cómo la microgravedad, la radiación cósmica, los cambios en los patrones de sueño y los factores de estrés fisiológico afectan la función inmunitaria.
Estos estudios aprovechan análisis multiómicos modernos, que incluyen perfiles transcriptómicos, proteómicos y metabolómicos, para delinear los mecanismos celulares y moleculares que explican la disminución de la eficacia del sistema inmunitario en el espacio.
Uno de los hallazgos más críticos es el impacto de la microgravedad en las células inmunitarias. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, los linfocitos T y las células NK presentan una proliferación, diferenciación y capacidad de respuesta reducidas. La desorganización del citoesqueleto altera la señalización y la comunicación intercelular, mientras que la disfunción mitocondrial incrementa la producción de especies reactivas de oxígeno (ERO), que dañan células y tejidos.